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Vivos se los llevaronBuscando a los 43 de AyotzinapaPrimera edición digital: noviembre, 2019D. R. © 2019, Andalusia K. SoloffD. R. © 2019, derechos de edición mundiales en lengua castellana: Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. de C. V.Blvd. Miguel de Cervantes Saavedra núm. 301, 1er piso,colonia Granada, alcaldía Miguel Hidalgo, C. P. 11520,Ciudad de Méxicowww.megustaleer.mxD. R. © Penguin Random House / Marco Parra, Jazbeck Gámez, Eduardo Chávez, por el diseño de cubiertaD. R. © Marco Parra, ilustrador; Anahí H. Galaviz, tintaD. R. © Eduardo Chávez, por el diseño; Marco Parra, Anahí H. Galaviz, Xavier Corroy Layla Dysaster, equipo de ilustraciónD. R. © Misael Valtierra, por fotografía de los autoresPenguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright.El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizadade este libro y por respetar las leyes del Derecho de Autor y copyright. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores.Queda prohibido bajo las sanciones establecidas por las leyes escanear, reproducir total o parcialmente esta obra por cualquier medio o procedimiento así como la distribución de ejemplaresmediante alquiler o préstamo público sin previa autorización.Si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra diríjase a CemPro(Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor, https://cempro.com.mx).ISBN: 978-607-318-473-1megustaleermexico@megustaleermex
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DEDICATORIAEsta novela gráfica está dedicada a los que fueron desaparecidos, asesinados o heridos el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, México.A los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa: Abel García HernándezAbelardo Vázquez PenitenAdán Abrajan de la CruzAntonio Santana MaestroAlexander Mora VenancioBenjamín Ascencio BautistaBernardo Flores AlcarazCarlos Iván Ramírez VillarrealCarlos Lorenzo Hernández MuñozCésar Manuel González HernándezChristian Alfonso Rodríguez TelumbreChristian Tomás Colón GarnicaCutberto Ortiz RamosDorian González ParralEmiliano Alen Gaspar de la CruzEverardo Rodríguez BelloFelipe Arnulfo RosasGiovanni Galindes GuerreroIsrael Caballero SánchezIsrael Jacinto LugardoJesús Jovany Rodríguez TlatempaJhosivani Guerrero de la CruzJonás Trujillo GonzálezJorge Álvarez NavaJorge Aníbal Cruz MendozaJorge Antonio Tizapa LegideñoJorge Luis González ParralJosé Ángel Campos CantorJosé Ángel Navarrete GonzálezJosé Eduardo Bartolo TlatempaJosé Luís Luna TorresJulio César López PatolzinLeonel Castro AbarcaLuis Ángel Abarca CarrilloLuis Ángel Francisco ArzolaMagdaleno Rubén Lauro VillegasMarcial Pablo BarandaMarco Antonio Gómez MolinaMartín Getsemany Sánchez GarcíaMauricio Ortega ValerioMiguel Ángel Hernández MartínezMiguel Ángel Mendoza ZacaríasSaúl Bruno García
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A las seis personas que fueron asesinadas en Iguala:Daniel Solís GallardoJulio César Ramírez NavaJulio César Mondragón FontesDavid Josué García EvangelistaVíctor Manuel Lugo OrtizBlanca Montiel Sánchez Al compañero Aldo Gutiérrez Solano: hasta septiembre de 2019 seguía en coma.A Minerva Bello Guerrero, quien falleció sin saber el paradero de su hijo Everardo.Y a Tomás Ramírez: murió para seguir los pasos de su hijo Julio César, asesinado en Iguala.
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CRÉDITOSDE VIVOS SE LOS LLEVARONAutora y directora general del proyecto: Andalusia K. Soloff.Ilustrador: Marco Parra.Tinta: Anahí H. Galaviz.Diseño: Eduardo Chávez.Tonos: Adrián «Perro» González, Dante Aguilera Benítez y Yahaira Gómez Hernández.Equipo de ilustración: Marco Parra, Anahí H. Galaviz, Xavier Corro, Layla Dysaster.Equipo de Investigación: Andalusia K. Soloff, Stefanie Bórquez, Natalia Escobar.Apoyo adicional de edición, ilustración e investigación: Lizbeth Her-nández, Avril López, Jazbeck Gámez, Adriana Ronquillo, Ivonne G Villalón, Ana-bel Aguirre, Jose Luis Pescador, Maggie González, Emerson Balderas, Jack C. Valentine, Alexis López Santillán, Emilia Solís, Alex Li Valentine, Margena de la O, Vania Pigeonutt, Carlos Ogaz, Jorge Hernández Jiménez-SmithPortada: Marco Parra, Jazbeck Gámez, Eudardo Chávez.
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9PRÓLOGODurante la presentación del primer avance de este libro, un señor nos pre-guntó por qué no habíamos dibujado a los estudiantes de Ayotzinapa y a las familias de los 43 desaparecidos como superhéroes. Yo le respondí que sí lo habíamos hecho, que en la historia aparecían retratados como superhéroes, sólo que eran héroes verdaderos, y no por carecer de capas, ni ser capaces de volar significaba que no lo fueran.Vivos se los llevaron: buscando a los 43 de Ayotzinapa, no es el típico cómic de fantasía, en sus páginas se cuenta una historia trágica y surreal donde la rea-lidad supera dolorosamente a la ficción. El libro narra la historia de los estu-diantes que tuvieron que esquivar las balas de los múltiples ataques de las fuerzas de seguridad mexicanas y, en un acto indignante que marca con sangre la historia del México contemporáneo, cómo 43 seres humanos desaparecie-ron de un momento a otro. Derivando en el sufrimiento, la rabia e inconformi-dad de los padres y las madres quienes a partir de esa noche fatal iniciaron su recorrido en este país en busca de sus hijos, cavando más allá de la tierra, en los anales del olvido, ante la impunidad lacerante del gobierno mexicano que insiste en decirles que sus hijos fueron reducidos a cenizas. Estas familias sí poseen súper poderes, poderes reales, uno en especí-fico al que nombramos matapatía: el poder de tocar las fibras de una nación que estaba rendida a su condición escalofriante de violencia diaria, para decir, a raíz de la desaparición de estos jóvenes, de forma solidaria y en todos los estratos de la sociedad: “¡Ya basta!” Pues lo que pasó con sus hijos fue la gota que derramó el vaso. Siguiendo su ejemplo, la gente dejó de ser apática, salió a las calles a marchar, a colgar mantas en las escuelas preguntando: “¿Dónde están?”, a organizar conciertos y obras de teatro para exigir la presentación con vida de los estudiantes, a pintar murales con los rostros de los desaparecidos y escri-bir en ellos y en las bardas la demanda de presentación de los estudiantes, incluso a interrumpir eventos oficiales con el grito: “¡Vivos los queremos!”
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10Los 43 muchachos fueron adoptados por una nación como si fueran sus propios hijos. Y no sólo una nación, las familias también lograron despertar la solidaridad en varios puntos del mundo: en Estados Unidos, Argentina, Francia, España, India, Corea del Sur...Yo descubrí estos superpoderes durante los meses que conviví con los padres, madres y estudiantes de Ayotzinapa, quienes han dejado todo a un lado para dedicar sus días a la búsqueda de sus hijos y a vivir de tiempo com-pleto en la escuela, pues los salones donde estudiaban los 43 fueron conver-tidos en recámaras, la cancha de basquetbol en un comedor y el auditorio en una sala de reuniones para planear sus movilizaciones. La desaparición forzada desgarra a los familiares de las víctimas y los llena de angustia. Antes de comer se preguntan: “¿Estará comiendo mi hijo?” A la hora de dormir el dolor crece: “¿Mi hijo… estará durmiendo?” Viven en la incertidumbre constante de no saber dónde están sus muchachos, también con la inmensa preocupación de desconocer qué pasará en sus hogares, quién cuidará sus vacas, su milpa… y quiénes están cuidando a sus otros hijos mien-tras ellos viven en la escuela. Los otros normalistas, supervivientes de aquella noche triste de septiem-bre, saludan con cariño a los padres y madres de los desaparecidos, llamán-doles tío y tía. Saben que en caso de haber sido ellos las víctimas, sus padres estarían en ese lugar, sentados en la cancha, ojeando páginas de periódicos que hablan de detenidos, políticos corruptos y fosas. Y mientras los estudian-tes conviven, los padres y madres los ven e imaginan que son sus hijos ya de regreso.Como periodista independiente, hice decenas de reportajes, videos, artí-culos y entrevistas para medios internacionales sobre Ayotzinapa, pero sentí que ni un solo testimonio o documento alcanzó para explicar esta realidad compleja. Un colega fotógrafo me impulsó a hacer un proyecto más personal, no uno que captara los intereses de los medios, sino uno enfocado en las emo-ciones de las familias, el sentido de la ausencia de los 43 muchachos y la esen-cia del estado combativo de Guerrero.Así nació esta novela gráfica que documenta el viaje emocional de las familias que pasaron de ser personas en situación de marginación, a encabe-
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11zar la lucha de una nación en busca de sus hijos. En estas páginas se sigue el camino de María de Jesús Tlatempa, una mamá de Tixtla, quien pasó de ser comerciante y ama de casa, a una luchadora social en búsqueda de justicia; el de Margarito Guerrero, un campesino del pueblo mezcalero Omeapa, quien sólo quiso apoyar a su hijo para que estudiara y ahora exige al gobierno que les digan la verdad.Los dibujos también te llevarán por el camino de Ernesto Guerrero, un joven de Tixtla y de Uriel Solís, de Tecoanapa, dos hijos de campesinos quienes soñaban ser maestros y tuvieron que abandonar sus estudios para dedicarse a buscar a sus compañeros, arrancados de sus vidas en el ataque en Iguala.El libro se acerca al paisaje guerrerense, a sus montañas verdes, al sabor del chilate y del mezcal de nanche, al olor del rocío matutino en Ayotzinapa, a la camaradería de los jóvenes y de los pueblos que llevan décadas luchando contra el sistema. Este libro viaja a lugares que ni siquiera aparecen en google maps, a sitios donde no hay señal telefónica y las noticias corren de boca en boca. También en estas páginas se viaja al interior del palacio del entonces pre-sidente de México, al que no le importó buscar las 43 vidas; a las carreteras de la Costa Chica, donde pobladores detienen la caravana de las familias para abrazarlas y a las casas humildes donde el cuarto del joven desaparecido sigue exactamente como él lo dejó. Cada personaje, objeto y paisaje dibujado en el libro está basado en más de 80 entrevistas que realicé, en imágenes recopiladas en decenas de viajes a Guerrero y en informes publicados por grupos de derechos humanos que han investigado el caso, y otros trabajos periodísticos. Así, sabemos qué armas de fuego utilizó la policía durante la fatídica noche, qué tipo de maíz cultiva don Benito, qué material se usó para elaborar los huaraches de Uriel…Si es difícil entrevistar a víctimas de violencia, lo es más cuando el propó-sito es una novela gráfica documental. Ernesto me contó cómo vio a su amigo Aldo caer frente a él, después de recibir una bala en la cabeza y cómo tuvo que ir a declarar frente al fiscal, quien lo acusó de ¡haber atacado a los policías que balearon a Aldo! En esa conversación le pregunté cuántos años tenía el fis-cal, si era gordo, flaco, si tenía bigote. Estos detalles pueden parecer absurdos cuando estás hablando con alguien que apenas sobrevivió en esa noche de
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terror, pero son preguntas necesarias si quieres que tus imágenes sean lo más apegadas a la realidad.Todos los hechos en el libro fueron documentados y comprobados, tam-bién se presentan de acuerdo con lo que vivieron los personajes y periodistas en esos días. Algunas entrevistas han sido adaptadas con el fin de apoyar el flujo narrativo pero sin cambiar su contenido periodístico.Cada ilustración de este libro está realizada a mano por Marco Parra y entintada, también a mano, por Anahí H. Galaviz.Originalmente este trabajo estaba pensando para una audiencia interna-cional, para personas en Estados Unidos quienes habían aprendido del con-flicto en Palestina por el libro de Joe Sacco o gente de Francia que supo de la revolución iraní por Marjane Satrapi, creadora de Persépolis.Fue hasta que imprimí un capítulo y le di una copia a doña Minerva Bello, mamá del estudiante desaparecido Everardo Rodríguez, y después de comen-tarme que le gustó mucho porque sólo había estudiado hasta la secunda-ria y le costaba mucho leer textos, que los dibujos le ayudaban a entender la historia; me di cuenta de que este libro sí tenía audiencia en México, aun en lugares donde el analfabetismo prevalece y el internet no ha llegado. Doña Minerva, lamentablemente, falleció; la angustia venció su cuerpo, pero su aprecio por la narrativa gráfica siempre quedará grabada en mi mente, el com-partir con ella los inicios de este proyecto, en gran parte, es resultado de que esta obra esté en tus manos.Hasta la salida de este libro, finales de 2019, aún no se sabe nada del paradero de los 43. Sus padres y madres siguen exigiendo que sus hijos regre-sen a casa y se detenga la implacable desaparición forzada de las personas.A K. S Ciudad de México, 201912
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Elmensaje