Poema Hñahnu Otomí

En la gota de rocío brilla el sol:

la gota de rocío se seca.

En mis ojos, los míos, brillas :

Yo, yo vivo.

Khasa-tuyhiadimiyottzi

sa-tuhmotti

Khanöm da goguiyottzi

Nügo, nügodibui

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Querido diario, discúlpame por no haberte estrenado antes, pero es que sentía que no tenía nada interesante que escribir, sin embargo, hoy pasó algo que creo va a cambiar mi vida. Fui a la misa en honor de Nuestra Señora del Refugio de Pecadores, que como sabes es la patrona de la ciudad… y ¡vi el amor! Su fulgor dejó encandilados mis ojos por un buen rato. Adonde ponía mi vista observaba un poderoso círculo de luz y aún con los párpados cerrados lo seguía viendo. Te preguntarás en dónde fue que se me apareció el amor y te respondo que en los ojos de Pedro Múzquiz. Fue muy extraño pues Pedro y yo nos hemos visto infinidad de veces desde que somos niños pero esta vez fue especial. Me lanzó un relámpago de fuego y yo me puse tan nerviosa que no pude sostenerle la mirada. Luego,

4 de julio de 1910

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me tocó ayudarle al padre Ignacio a recoger la limosna. Cuando me acerqué a la banca en donde estaban sentados don Pascual y Pedro, el señor le dio un billete a su hijo para que me lo diera y cuando Pedro depositó el billete dentro de la charola, deliberadamente rozó con sus dedos mi mano. Yo me estremecí de pies a cabeza. Nunca había sentido algo así en mis 15 años de existencia y algo dentro de me dijo que Pedro estaba destinado a ser el hombre de mi vida.

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Querido Diario,

hoy hubo una fiesta en mi casa y vinieron don Pascual y Pedro. En determinado momento mi mamá me pidió que fuera a la cocina por una charola de buñuelos y Pedro amablemente se ofreció a ayudarme. Aprovechó ese ins-tante a solas conmigo para declararme su amor. Yo no supe qué decir y le dije que lo iba a pensar. Él me respondió que el amor no se piensa, que se siente o no se siente, y tiene razón. Cuando él me mira no puedo pensar en otra cosa más que en lo que estoy sintiendo y que es algo parecido a lo que una masa de buñuelo debe sentir al contacto con el aceite hirviendo. Finalmente le di el de manera apresurada, pues escuché los pasos de mi madre entrando a la cocina.

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Se pone a hervir un litro de agua con 4 cáscaras de tomate verde procurando que no hierva mucho porque amarga. Esta agua se mezcla con 1 kilo de harina de trigo, 1 cucharada de polvo de hornear, 1 huevo, ½ taza de aceite y una pizca de sal. Cuando la masa está formada, se golpea contra la mesa varias veces hasta que quede suave y esponjada. Después se amasa para que tome forma de bola y se deja reposar por una hora. Se revisa que la masa no quede pegada a las manos cuando se le toma. Eso indica que está lista para el paso siguiente. Se forman varias bolitas de masa de un mismo tamaño y luego se extienden sobre una mesa previamente enharinada con la ayuda de un rodillo. Cuando el buñuelo está delgado, se termina de extender a mano sobre la rodilla o sobre el fondo de

Buñuelos

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una olla de barro con la ayuda de un trapo mojado. Mientras tanto se pone a calentar aceite dentro un cazo. Cuando esté hirviendo se introducen los buñuelos y se sacan cuando estén dorados. Al sacarlos de la lumbre se espolvorean con azúcar y finalmente se bañan con la miel tradicional elaborada con piloncillo, canela, ralladura de naranja y un poco de anís de estrella.

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Hoy le confié a mi hermana Gertrudis que Pedro y yo nos amamos. Me abrazó y nos pusimos a dar de vueltas tomadas de las manos, hasta que mi mamá nos vio y desde el balcón nos gritó “¡Niñas! No den vueltas, que se les ven las pantorrillas”. Hasta ese momento me di cuenta de que con tanto giro la falda se nos había levantado y me sentí mal. Gertrudis, en cambio, en cuanto mamá se metió a la casa, se levantó toda la falda hasta la cintura y movió sus nalgas de un lado al otro. Tuve que taparme la boca para no reír a carcajadas.

Muestra para mi ajuar

de cama.

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El día de hoy comencé a preparar mi ajuar de novia. Cuando Nacha, mi nana, me vio ensayar unas puntadas de gancho puso cara de preocupación, y muy amorosamente me aconsejó esperar hasta que mi mamá autorice la boda antes de iniciar nada, pero le expliqué que a me gusta bordar y deshilar con el debido tiempo. Es más, hoy mismo compré el estambre para tejer la colcha de mi cama de casada. Tengo planeado tardarme un año. Justo el tiempo que Pedro y yo calculamos que sería prudente para organizar la boda. Al mismo tiempo voy a ir recolectando mis recetas de cocina favoritas.

Así se va a ver mi colcha terminada.

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¿Qué crees?

Mañana es mi cumpleaños y vamos a hacer tortas de navidad pero eso no es lo importante, sino que Pedro y su papá van a venir a hablar con mi mamá para pedir mi mano. Tengo un poco de miedo. A ver qué pasa. Mientras tanto, hoy me puse a diseñar el sello con el que pondremos el lacre en las invitaciones de la boda. Me gusta la idea de que los sobres se sellen con fuego. En mis años dentro de la cocina he aprendido que el calor y el fuego tienen un efecto determinante en la materia. Los alimentos cambian totalmente su comportamiento si se calientan o se enfrían. Por ejemplo, agregar un poco de azúcar a la carne mientras se cocina, aparte de potenciar su sabor, hará que la temperatura de cocimiento aumente y con ello los líquidos de la carne permanecen dentro, pues el exterior está sellado.

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Pregúntenle a mi corazón lo que tiene que hacer para que la sangre no hierva y explote en su interior cada vez que Pedro me besa. Por eso quiero cerrar los sobres pasando mi lengua por el engomado. Quiero que mi saliva sea agua quemada. Quiero que el fuego del lacre mantenga la llama del amor entre nuestras iniciales entrelazadas.

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Tortas de Navidad

1 lata de sardinas en tomate

½ kg. de chorizo

1 cebolla

Orégano

1 lata de chiles serranos

10 teleras

La cebolla y los chiles se pican finamente y se reservan. A las sardinas se les despoja del esqueleto y de la piel, tratando de mantenerlas lo más completas posibles. El chorizo se pone a freír a fuego manso y luego se retira de la lumbre, en seguida se le incorporan la cebolla, los chiles picados y la sardina con el caldillo de tomate, se deja reposar antes de rellenar las tortas. Lo ideal es dejarlas al sereno toda la noche envueltas en una tela, para que el pan se impregne con la grasa del chorizo. Al día siguiente, antes de llevarlas a la mesa se meten al horno 10 minutos y se sirven calientes.

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El día de hoy, Pedro y yo nos juramos amor eterno frente a nuestra Señora del Refugio. Luego encendimos una veladora y la depositamos en su altar junto con un ramo de flores. Lo vivimos como una ceremonia íntima y secreta. Todo iba bien hasta que nos dimos cuenta de que la chismosa de Paquita Lobo nos estaba observando. Espero que no le diga nada a mi mamá.

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¿Qué es eso de que no me puedo casar porque tengo que cuidar a mi madre hasta que muera?

¿De dónde salió esa tradición? ¿Por qué nadie me habló de ella antes de que me enamorara de Pedro?

Lo vivimos como una

¿Tengo que esperar hasta que mi mamá se muera para amar? ¿Y por qué lo tengo que hacer yo y no Rosaura? Es más, ¿por qué hay alguien que se debe sacrificar? ¿El que inventó la tradición estará consciente de que si yo no me caso y no tengo hijos no tendré a nadie que vea por en la vejez?, ¿de qué se trata?, ¿de asegurar cuidados sólo para una persona y negarle a otra la felicidad? Aparte de todo, es por amor que uno cuida a otra persona, no por

¡Es una locura!

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obligación. ¿Cómo amar lo que se odia? Y ¿cómo odiar lo que se ama? Quisiera odiar a Pedro. ¿Por qué aceptó casarse con Rosaura en vez de conmigo?,¿por qué? Lo único que me queda claro es que hoy, día de luna negra, se instalaron en mi alma el frío y la oscuridad.

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Hoy Nacha me impidió pisar un grano de maíz. Dice que es una falta de res-peto muy grande al dios del maíz. Me gusta que ella piense que en el interior de las semillas habitan dioses invisibles que con bondad se encargan de la naturaleza, pero no me resuelve del todo algunas de las dudas que traigo en la cabeza desde niña. Es cierto que en la naturaleza hay una inteligencia. Las semillas saben qué planta saldrá de sus entrañas sin que nadie se los diga. Las aves saben cuándo volar. Los animales cuándo aparearse y cómo cuidar de sus crías. Es lindo pensar que son los mismos dioses los que se encargan de ello. Pensándolo bien nuestros pensamientos son así; son como los dioses de Nacha, presencias que nadie ve. Son ideas que germinan silenciosamente en el interior del corazón sin que nadie se cuenta. Es sólo hasta que salen a la luz, hasta que se convierten en grito, en

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reclamo, en árbol de resentimiento que los demás pueden observar. Todo lo que se siembra da fruto. ¿Qué caso tiene sembrar odio? ¿No es absurdo llenar de odio el corazón de la persona que debe de encargarse de cuidarnos en la vejez? ¿De aquellos de los que vamos a depender? ¿Por qué mamá me obliga a rotular las invitaciones de la boda de mi hermana?

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Hoy ha sido uno de esos días en que desearía nunca haber nacido. Lo único relativamente bueno que tengo para contarte es que me liberaron de la obligación de rotular las invitaciones. No fue un acto de compasión hacia mi persona, sino que se dieron cuenta de que con mi escritura estaba arruinando los sobres. Lo que pasa es que nunca he tenido buena letra. En la escuela me obligaron a escribir con la mano derecha cuando yo era zurda de

nacimiento. La maestra me amarraba la mano izquierda por la espalda, lo que provocó que aborreciera no tanto la escritura, sino la caligrafía. Odio la caligrafía. Me cuesta trabajo escribir a la perfección tal como lo hacen mis hermanas. ¿Lo que uno escribe deja de ser importante si la letra está dispareja? No lo creo. Bueno, el caso es que mi mamá, a la voz de “ya”, me mandó a la cocina, no

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sin antes hacer énfasis en mis conti-nuos errores y torpezas. Uf, qué alivio fue entrar a mi lugar favorito pero qué malo que me di una quemada de aquellas con agua hirviendo. No lo pude evitar. Hace días que he perdido la paz. No ni dónde traigo la cabeza.

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Hoy Nacha me regaló el cielo. Me enseñó una puntada de tejido que en su pueblo sólo la pueden bordar las mujeres casadas. Parece una escalera ascendente. Dice Nacha que, dentro de su tradición, se piensa que la forma de alcanzar el cielo se da a través de las relaciones familiares. Por eso a las mujeres solteras no les es permitido bordar esta puntada pues aún no conocen a profundidad lo que significa el amor al esposo y a los hijos. Me conmovió hasta las lágrimas este gesto de Nacha pues teniendo en cuenta que nunca me voy a casar, esta puntada me permite alcanzar el cielo aún sin matrimonio.

No sólo eso, Nacha también hoy me enseñó a hacer nudos invisibles. Es un atado simple pero muy efectivo. En verdad no se nota y no hay manera de que se suelten los hilos. Pensé en Pedro. No quién ni cuándo ató nuestros corazones, pero siento que así de fuerte es nuestro amor, aunque pronto deje de ser mi novio para convertirse en mi cuñado.

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Se toma el primer hilo de estambre con el que estamos trabajando y se pasa sobre el hilo que se quiere incorporar. Luego se cruza por abajo, y se pasa a través del lazo que se formó.

Se hace lo mismo del otro lado.

Finalmente se toman los dos extremos y se jalan para crear el nudo invisible.

Nudo invisible

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Hoy fue la boda de Rosaura y Pedro. Me comporté a la altura. Lo único relevante fue que cuando me acerqué a Pedro para felicitarlo, me dijo al oído que se había casado con mi hermana sólo para poder estar cerca de mí. Si de planear locuras se tratara, yo podría haberme casado con su papá para poder estar a su lado. ¿A él le habría parecido? No, ¿verdad? ¿Quién le dijo a Pedro que verlo casado con mi hermana me puede hacer feliz? En fin, hoy sentí un dolor más grande que el que la boda de Pedro me ocasionó. Después del banquete, descubrí que Nacha había muerto. Su muerte me deja en el total abandono y la más profunda soledad. Para colmo, mi mamá me acusó de haber puesto un vomitivo en la masa del pastel con la intención de arruinar la boda. He decidido que este diario se convierta en un recetario en donde voy a ir anotando las recetas y los secretos de cocina que Nacha me enseñó. Cocinar siempre significará el mejor homenaje que

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puedo hacerle a su persona y la mejor manera de tenerla siempre a mi lado.

En este día acontecieron una boda y dos muertes: la de mi querida Nacha y la de Pedro, como mi novio.

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Ingredientes para la masa :

175 gramos de azúcar granulada de primera.

300 gramos de harina tamizada tres veces.

17 huevos.

Raspadura de un limón.

Ingredientes para el relleno :

150 gramos de pasta de chabacano.

150 gramos de azúcar granulada.

Ingredientes para el fondant :

800 gramos de azúcar granulada.

60 gotas de limón y el agua suficiente para que remoje el azúcar.

Ingredientes para el turrón:

10 claras de huevo.

500 gramos de azúcar.

Pastel Chabela

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Pastel :

En una cacerola se ponen 5 yemas de huevo, 4 huevos enteros y el azúcar. Se baten hasta que la masa espesa y luego se le anexan 2 huevos enteros más. Se sigue batiendo y cuando vuelve a espesar se le agregan otros 2 huevos completos, repi-tiendo este paso hasta que se terminen de incorporar todos los huevos de dos en dos. Junto con los 2 últimos huevos se incorpora la ralladura del limón. Cuando la masa ha espesado bastante, se deja de batir y se le agrega la harina tamizada poco a poco, utilizando una espátula de madera para mezclarla. Por último, se engrasa un molde con mantequilla y se espolvorea con harina, antes de vaciarle la pasta. Se cuece en el horno por 30 minutos.

Relleno :

Se ponen los chabacanos al fuego con muy poca agua, se dejan hervir y se pasan

Manera de hacerse :

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por un cedazo o tamiz ; si no se tiene, se puede usar una vulgar coladera. Se pone esta pasta en una cacerola, se le agrega el azúcar y se pone al fuego sin dejar de moverla hasta que toma punto de mermelada. Se retira del fuego y se deja enfriar un poco antes de ponerla en la parte de en medio del pastel, que por supuesto se ha partido con anterioridad.

Fondant :

Se ponen en una cacerola el azúcar y el agua al fuego sin dejar de moverla, hasta que empieza a hervir. Se cuela en otra cacerola y se vuelve a poner al fuego agregándole el limón hasta que tome punto de bola floja, limpiando de vez en cuando los bordes de la cacerola con un lienzo húmedo para que la miel no se azucare ; cuando ha tomado el punto anteriormente indicado se vacía en otra cacerola húmeda, se rocía por encima y se deja enfriar un poco.

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Después con una espátula de madera se bate hasta que empaniza. Para aplicarlo, se le pone una cucharada de leche y se vuelve a poner al fuego para que se deslíe ; se le pone después una gota de carmín y se cubre con él únicamente la parte superior del pastel.

Turrón :

Se baten las claras de huevo y el azúcar a punto de hebra fuerte y con ésta se cubren las orillas del pastel.

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Querido diario:

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Perdón por el silencio. No podía escribir ni pensar. Con trabajo podía respirar. El caso es que a pesar de que ya habían pasado varios meses a partir de la boda entre Pedro y Rosaura, ellos aún no habían estrenado la sábana nupcial y la semana pasada lo hicieron. Me sentí traicionada. Pedro, el día de la boda, me aseguró que se casaba con ella únicamente para estar cerca de mí. De alguna manera yo quise creerlo. Me hacía sentir bien. Era mi pequeña venganza en contra de mi hermana. Sin embargo, finalmente se consumó el matrimonio entre ellos. Me tocó lavar la sábana nupcial para quitarle las manchas de sangre. Nacha era la que antes se encargaba de estos menesteres, pero a partir de su muerte yo me convertí en su heredera y ¡en estas ocasiones qué pesado se me hace! Todo el día me la pasé llorando. Gracias a Dios, por la mañana recibí el último capítulo de mi novela por entregas “La Princesa Mendiga”, pues fue el pretexto ideal para justificar mi llanto.

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No si mi silencio y mi alejamiento preocuparon a Pedro pero hoy, con el pretexto de que yo cumplía un año como cocinera del rancho, me trajo un ramo de rosas. Fue un escándalo. Rosaura, con los ojos llorosos, abandonó la sala en donde nos encontrábamos reunidas cosiendo y tejiendo las prendas del ajuar del niño que viene en camino. Mi mamá me lanzó una de sus miradas mortales y tuve que salir de la sala rápidamente. Con sus ojos, prácticamente me ordenó tirar las rosas pero no me atreví a hacerlo, por el contrario, las apreté con tal fuerza contra mi pecho que las espinas me hicieron sangrar. No si la sangre es lo que alteró definitivamente la salsa de rosas que preparé para acompañar unas codornices, pero es innegable que la combinación resultó explosiva. No bien a bien lo que pasó pero, el caso es que Gertrudis se encueró, incendió el baño y terminó en el lomo del caballo de un revolucionario

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que a todo galope se la llevó. Lo único que puedo decir es que hoy que preparé este platillo huyó de la casa Gertrudis.

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Codornices en pétalos

de rosa

Ingredientes :

12 rosas, de preferencia rojas

12 castañas

2 cucharadas de mantequilla

2 cucharadas de fécula de maíz

2 gotas de esencia de rosas

2 cucharadas de miel

2 ajos

6 codornices

1 pitahaya

Manera de hacerse :

Se desprenden con mucho cuidado los pétalos de las rosas, procurando no pincharse los dedos, pues aparte de que es muy doloroso (el piquete), los pétalos pueden quedar impregnados de sangre y esto, aparte de alterar el sabor del platillo, puede provocar reacciones químicas por demás peligrosas. Es importante que se desplume a las codornices en seco, pues

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al sumergirlas en agua hirviendo se altera el sabor de la carne. Después de desplumadas y vaciadas las codornices, se les recogen y atan las patas, para que conserven una posición graciosa mientras se ponen a dorar en la mantequilla, espolvoreadas con pimienta y sal al gusto.

Ya que se tienen los pétalos deshojados, se muelen en el molcajete junto con el anís. Por separado, las castañas se ponen a dorar en el comal, se descascaran y se cuecen en agua. Después, se hacen puré. Los ajos se pican finamente y se doran en la mantequilla; cuando están acitronados, se les agregan el puré de castañas, la pitahaya molida, la miel, los pétalos de rosa y sal al gusto. Para que espese un poco la salsa se le pueden añadir dos cucharaditas de fécula de maíz. Por último, se pasa por un tamiz y se le agregan sólo dos gotas de esencia de rosas, no más, pues se corre el peligro de que quede muy olorosa y pasada de

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sabor. En cuanto está sazonada se retira del fuego. Las codornices sólo se sumergen durante diez minutos en esta salsa para que se impregnen de sabor y se sacan. Para servirlas se ponen en un platón, se les vacía la salsa encima y se decoran con una rosa completa en el centro y pétalos a los lados, o se pueden servir de una vez en un plato individual en lugar de utilizar el platón, pues de esta manera no se corre el riesgo de que a la hora de servir la codorniz se pierda el equilibrio del decorado.

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Nunca fui muy buena para las matemáticas pero entiendo que uno más uno no son necesariamente dos. Para mí, Pedro y Rosaura siempre serán dos personas que se unieron por conveniencia pero sin perder nunca su individualidad. Cuando uno más uno en verdad se unen, dejan de ser dos individuos separados para convertirse en un solo ser fundido hasta los huesos. Como cuando Pedro y yo nos juramos amor eterno tomados de la mano. Recuerdo que en ese momento yo no podía distinguir entre mi mano y la suya. Era una sola mano. Lo mismo sucede con el molcajete cuando uno prepara una salsa. Todos los ingredientes se integran en uno solo. Todas las cocineras sabemos que en el interior de las ollas suceden cosas maravillosas. Hay amor. Hay unión. Hay fuego. Hay pasión. Todo se disuelve. Todo se amalgama. Todo se transforma.

Y eso es lo que le ofrezco a Pedro cada mañana. Mi amor convertido en olor, en sabor, en calor. ¿Quién dice que eso no es hacer el amor?

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