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Primera edición: septiembre de 2022© 2022, Invictor© 2022, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona© 2022, Collaborate Agency, por el diseño y las ilustracionesPenguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright.Elcopyrightestimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyrightal no reproducir ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.ISBN: 978-84-19241-22-1Composición digital: www.acatia.es
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L
os rayos de sol entraban por la ventana de la habitación de Invic-tor.Empezaba un nuevo día,el cielo era azul,los pajaritos can-taban en las copas de unos árboles que empezaban a florecer,el viento movía sus ramas y el sonido de las hojas acariciándose era tan relajante que… PIPIPIIIIPIIIIIIII¿¿¿Por quééééééééé??? La alarma del despertador de Invictor co-menzó a sonar y era tan estridente que podía romper las ventanas,aun-que de eso casi se ocupó un pájaro que se acababa de estrellar contra el cristal.Luego llegó el ruido del camión de la basura que paraba cada día delante de su casa,seguido de la aspiradora que su madre había encendido en el comedor y,para rematarlo,los mensajes de Acenix, Mike y Raptor, que empezaron a petarle el móvil de notificacio-nes.Pero ¿qué más daba? Parecía que era la hora de terminar de soñar para Invictor. Los delincuentes no iban a atraparse solos, ¿verdad? Invictor saltó fuera de la cama con una sonrisa desafiante.Se pei-nó el flequillo rosa con los dedos (no le hacía falta más para estar modo crushabsoluto),se recolocó el cinto (que siempre se le subía cuando dormía plácidamente) y salió al comedor.
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11Surobot-cafetera-batidora (sí,Invictor había creado su propio asistente para que le hiciera sus batidos favoritos) ya le había prepa-rado un batido de proteínas vegano sabor chocolate con galletas,el desayuno espartano PERFECTOpara desenmascarar a los villanos de la ciudad. Dio un sorbo y al momento supo qué fallaba: —Sal. Demasiada sal. ¡Tendré que ajustar las cantidades! —Lo que tendrás que ajustar es tu dependencia de esta máqui-na.—Su madre acababa de entrar y lanzó una mirada de reproche al robot-cafetera-batidora. —Nada como un buen batido casero para coger fuerza.—Por cierto,antes de que te pongas a investigar,¿podrías ir a comprarme una cosa al súper? Quiero preparar macarrones con carne vegetal para comer, pero se ha acabado el tomate. Invictor se terminó lo que le quedaba de batido de un trago y dejó el vaso sobre la mesa con decisión. —¿MACARRONES VEGANOS? —Gritó sin esperar respuesta—.Mamá,tendrás el tomate antes de que digas To-Maa…—Invictor estaba diciendo “teeeeee” mientras salía por la puerta.—Ve con cuidado,¿vale? Ahora que todo el mundo…—su madre intentó advertirle antes de perderlo de vista.—¡Que sí,que sí! —la cortó Invictor,agitando la mano en el aire—.No te preocupes.Ser una superestrella no es fácil,pero para eso tenía su look com-pleto de incógnito,con gafas de sol: con ellas no lo reconocerían.Ade-más,tenía que comerse esos macarrones veganos…¡Nadie se podría in-terponer en su camino! Con su fuerza espartana, su cerebro vegano y sus capacidades excepcionales, nada podría con él, ¿verdad?De camino,Invictor se dio cuenta de que casi toda la gente con la que se cruzaba se le quedaba mirando...¿Tendría algún pelo mal
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12peinado? Bah,no le dio más importancia.Aceleró el paso y en solo treinta y cuatro segundos había recorrido los dos kilómetros que sepa-raban su casa del súper.Not bad,aunque había sido un poco más lento de lo habitual.Así que ahí estaba,frente a la puerta del súper…,pero detrás de una cola de doce personas.¡Había cola para entrar al súper! Y la paciencia no era su mejor cualidad,por decirlo de alguna manera.La solución estaba clara: tenía que adelantar sigilosamente a las personas que había allí y colarse.Necesitaba comprar la salsa de tomate,esa era su primera misión del día.Pensaba que había pasado desapercibido,pero cuando entró en el supermercado se hizo un silen-cio aterrador.Solo se escuchaba el PIIP PIIP PIIPde las cajas.¡Todo el mundo le estaba mirando! Las cajeras abrieron la boca en una tremenda O,tan grande que podrían haber comido dónuts sin ni siquiera masticar.¡A una hasta se le cayó un pack de atún al suelo! Invictor,aprovechando el desconcierto,corrió entre la gente hacia la sección de tomates.Si se paraba un segundo todos le pedirían una foto,y no tenía tiempo que perder: ¡No podía llegar tarde a su cita con los macarrones! Con un movimiento rápido despistó a aquellas personas que se habían quedado embobadas,saltó por encima de una fila de carros que había al lado de las cajas,corrió por el pasillo esquivando a la gente,dio esquinazo y AHÍ ESTABA: ¡SU SALSA DE TOMATE! ¡Y solo quedaba UN bote de salsa de tomate sin azúcares, 100% natural, de tomates de la tierra! ¡Qué suerte!Alargó el brazo para cogerla y,antes de que pudiera hacer nada,una mano tan pequeña como rápida agarró el bote delante de sus narices. N
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13Al girarse para ver la cara de aquella personita que acababa de arruinarle el día,se dio cuenta de algo: estaba rodeado.Sus músculos de acero se tensaron,hasta que se dio la vuelta del todo y vio lo que realmente pasaba: una pareja de ancianitos adorables y un grupo de tres niñas de poco más de diez años se habían acercado y le miraban fijamente como si fuese un mono de feria comiendo un plátano.—Eres Invictor,¿verdad? —dijo,con las mejillas encendidas,una de las pequeñas—. ¿El guerrero vegano?—¡ESPARTANO vegano, niña, no guerrero!—corrigió la chica que había conseguido el último bote de salsa de tomate.—En realidad,soy más un superhéroe —dijo Invictor mientras ob-servaba cómo la chica dejaba el bote en su carro.—Disculpa,hijo —se aventuró la anciana mientras se agarrabafuerte a un bastón—,¿podrías firmarme un autógrafo? Mi nieto te ad-mira mucho.—¡Y nosotros también! —añadió su marido—.Todavía no me creo cómo encontraste a aquellos traficantes de diamantes.¡Los atrapaste de una forma brillante! Como un diamante, ¿lo pillas?—Hazte un selfi con nosotras,¡POR FA!, así mañana en clase to-dos se morirán de envidia.Mientras le hablaban y lo cogían por los hombros,por la cabezay por las manos para que Invictor mirara a la cámara de cada uno delos móviles que querían sacar unselfi,el espartano empezó a alargarsu brazo disimuladamente para coger EL ÚLTIMO bote de tomate, aquel que la niña había conseguido y que tenía que ser suyo.Segu- ro que no le importaba,¿verdad? Solo le faltaban unos centímetros…Alargar un poco y…¡SUYO! ¡Lo había conseguido! Cuando tuvo claroque el bote no se le escaparía de entre los dedos,Invictor se apre- suró:—Bueno, en fin. Un placer. ¡Me voy!
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15De camino a las cajas,Invictor pasó por la sección de revistas y observó que más de la mitad tenían su cara o sus músculos de portada:<<El futuro de la ciudad>><<Gracias, héroe espartano>><<Algodón de azúcar: la nueva pesadilla de los villanos>>¡Eso sí molaba! Desde luego,nunca se hubiera imaginado que le gustaría tanto ser famoso.Y no solamente por salir en las revistas,¡es que le dejaron pasar el primero en la cola de la caja por ser ÉL! ¿Qué más podía pedir? Así que pagó la salsa de tomate y salió del supermer-cado como un rayo.Ya en casa,Invictor se puso a entrenar.No,no solo entrenaba en el gimnasio: su mente tenía que estar igual de mamadísima que sus músculos.¿Quién, si no, atraparía a los ladrones?¿quién sería capaz de averiguar qué tramaban,dónde estaban o cuáles eran sus motivaciones? Y todavía más complicado: ¿quién conseguiría resol-ver todos los problemas de sus libros de matemáticas?Porque sí,además de su vida como héroe de la ciudad,tenía un pasatiempo muy…peculiar: en sus ratos libres,Invictor leía libros de matemáticas para resolver los problemas más difíciles del mundo.Bueno,eso es lo que le decía a su madre.En realidad llevaba se-manas estudiando para perfeccionar la receta del batido que le hacía su robot,que últimamente le echaba más sal de la necesaria.¡Quería conseguir hacer el mejor batido de proteínas de la ciudad! Así que,al llegar a su habitación,desplegó la enormepizarra repleta de fórmulas,despejó el escritorio (tirando al suelo cartas de fans y algu-nas en las que figuraba el nombre de más de un Compa como remitente) y abriósus libros.Pero,por mucho que lo intentaba,aquella mañana le era especialmente difícil concentrarse.
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16Su móvil no paraba de iluminarse: los Compas no dejaban de en-viar mensajes por el chat.Claro,ellos no sabían lo que era trabajar de verdad y se pasaban el día mandando memes,perdiendo el tiempo. Y encima,la foto con las chicas en el súper se había hecho viral y todo el mundo estaba mencionándolo.Puso el teléfono bocabajo e intentó centrarse en resolver la conjetura de Hodge,pero cero.No,ese no era el resultado, es lo que pasaba por su mente: cero, nada. Se quedó quieto,en silencio,sentado frente a su escritorio.Sus ojos se posaron en el marco de fotos que había sobre la mesa,que había inmortalizado uno de sus momentos preferidos de la historia: un con-curso de comer pescado.Y no,¡PUAJ!,no por él,él no comía pescado.Cogió la foto y la inspeccionó de cerca: todos los Compas incluido él,abrazaban a Acenix, que tenía la barriga hinchadísima de poner-se ciego de sardinas.No es que se hubiese quedado ciego,es una ma-nera de hablar,aunque había comido tanto que la barriga casi le tapaba los ojos.Quedó primero en el concurso y ganó muchos diamantes,con los que (como no podía ser de otra manera),compró aún MÁS pesca-do. Invictor suspiró.Hacía semanas que no veía a sus amigos.Había estado tan ocupado con sus labores de héroe…Quizás era el momento de dejar un poco de lado el trabajo.Pero sin él la ciudad se sumiría en el CAOS más absoluto. Pero, claro, no todo en esta vida es trabajar, ¿verdad? Aunque estar a todas horas mandándose memes tampoco era la mejor forma de pasar los días.Por otro lado,si se los pasaba tra-bajando,quizás llegaría el día en el que sería abuelete y miraría atrás en el tiempo y se arrepentiría de no haber estado más con sus amigos.Vale,decidido: tenía que llamarlos.Pero justo en el instante en el que cogía el teléfono…¡¡¡¡RIIIIIIIIIING!!!!
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