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Una trilogía rural
FEDERICO GARCÍA LORCA
Ilustrado por ILU ROS Lumen
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Primera edición: octubre de 2022 © 1935, discurso inicial, Federico García Lorca © 1945, La casa de Bernarda Alba, Federico García Lorca © 1934, Yerma, Federico García Lorca © 1933, Bodas de sangre, Federico García Lorca © 2022, Ilu Ros, por las ilustraciones © 2022, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona Penguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright. El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyrightal no reproducir ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerloestá respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicandolibros para todos los lectores. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita reproduciralgún fragmento de esta obra. ISBN: 978-84-264-2105-0 Compuesto por Fernando de Santiago Composición digital: www.acatia.es
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Índice
Discurso del 1 de febrero de 1935 ..........................9
Bodas de sangre ........................................19
Yerma.......................................................143
La casa de Bernarda Alba ..........................255
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Queridos amigos: Hace tiempo hice firme promesa de rechazar toda clase de homenajes, banquetes o fiestas que se hicieran a mi modesta persona;primero,por entender que cada uno de ellos pone un ladrillo sobre nuestra tumba literaria, y segundo, porque he vistoque no hay cosa más desolada que el discurso frío en nuestrohonor, ni momento más triste que el aplauso organizado, aunque sea de buena fe.Además, esto es secreto, creo que banquetes y pergaminostraen el mal fario, la mala suerte, sobre el hombre que los recibe; mal fario y mala suerte nacidos de la actitud descansada delos amigos que piensan: «Ya hemos cumplido con él». Un banquete es una reunión de gente profesional que come con nosotrosy donde están, pares o nones, las gentes que nos quieren menosen la vida.Para los poetas y dramaturgos, en vez de homenajes yo organizaría ataques y desafíos en los cuales se nos dijera gallardamente y con verdadera saña: «¿A que no tienes valor de haceresto?»,«¿Aquenoeres capazdeexpresarlaangustiadelmaren un personaje?», «¿A que no te atreves a contar la desesperación de los soldados enemigos de la guerra?». Exigencia y lucha, con un fondo de amor severo, templan el alma del artista, que se
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Afemina y destroza con el fácil halago. Los teatros están llenos de engañosas sirenas coronadas con rosas de invernadero, y el público está satisfecho y aplaude viendo corazones de serrín y diálogos a flor de dientes; pero el poeta dramático no debe olvidar, si quiere salvarse del olvido, los campos de rosas, mojados por el amanecer, donde sufren los labradores, y ese palomo, herido por un cazador misterioso, que agoniza entre los juncos sin que nadie escuche su gemido. Huyendo de sirenas, felicitaciones y voces falsas, no he aceptado ningún homenaje con motivo del estreno de Y, pero he tenido la mayor alegría de mi corta vida de autor al enterarme de que la familia teatral madrileña pedía a la gran Margarita Xirgu, actriz de inmaculada historia artística, lumbrera del teatro español y admirable creadora del papel, con la compa&ñía que tan brillantemente la secunda, una representación especial para verla. Por lo que esto significa de curiosidad y atención para un esfuerzo notable de teatro, doy ahora que estamos reunidos, las más rendidas,las más verdaderas gracias a todos. Yo no hablo esta noche como autor ni como poeta, ni como estudiante sencillo del rico panorama de la vida del hombre, sino como ardiente apasionado del teatro de acción social.El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen alas alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera.El teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libredonde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas oequívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre. Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no estámuerto, está moribundo; como el teatro que no recoge el latido
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Social, el latido histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse teatro, sino sala de juego o sitio para hacer esa horrible cosa que se llama «matar el tiempo».No merefiero a nadie ni quiero herir a nadie; no hablo de la realidad viva, sino del problema planteado sin solución.Yo oigo todos los días, queridos amigos, hablar de la crisis del teatro, y siempre pienso que el mal no está delante de nuestros ojos, sino en lo más oscuro de su esencia; no es un mal de flor actual, o sea, de obra, sino de profunda raíz, que es, en suma, unmal de organización. Mientras que actores y autores estén enmanos de empresas absolutamente comerciales, libres y sin control literario estatal de ninguna especie, empresas ayunas de todo criterio y sin garantía de ninguna clase, actores, autores y el teatro entero se hundirán cada día más, sin salación posible.El delicioso teatro ligero de revistas, devil y comedia bufa,géneros de los que soy aficionado espectador, podría defenderse yaun salvarse; pero el teatro en verso, el género histórico y la llamada zarzuela hispánica sufrirán cada día más reveses, porqueson géneros que exigen mucho y donde caben las innoacionesverdaderas,y no hay autoridad ni espíritu de sacrificioparaimponerlas a un público al que hay que domar con altura y contradecirlo y atacarlo en muchas ocasiones. El teatro se debe imponer al público y no el público al teatro. Para eso, autores y actores deben revestirse, a costa de sangre, de gran autoridad,porque el público de teatro es como los niños en las escuelas: adora al maestro grave y austero que exige y hace justicia, y llena decrueles agujas las sillas donde se sientan los maestros tímidos y adulones, que ni enseñan ni dejan enseñar.Al público se le puede enseñar, conste que digo público, nopueblo; se le puede enseñar, porque yo he visto patear a Debussy y a Ravel hace años, y he asistido después a las clamorosas ovaciones que un público popular hacía a las obras antes rechazadas.Estos autores fueron impuestos por un alto criterio de autoridad
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Superior al del público corriente, como Wedekind en AlemaniayPirandello en Italia, y tantos otros.Hay necesidad de hacer esto para bien del teatro y para gloria y jerarquía de los intérpretes. Hay que mantener actitudesdignas, en la seguridad de que serán recompensadas con creces.Lo contrario es temblar de miedo detrás de las bambalinas ymatar las fantasías, la imaginación y la gracia del teatro, que essiempre, siempre, un arte, y será siempre un arte excelso, aunque haya habido una época en que se llamaba arte a todo lo quenos gustaba, para rebajar la atmósfera, para destruir la poesía yhacer de la escena un puerto de arrebatacapas.Arte por encima de todo. Arte nobilísimo, y vosotros, queridos actores, artistas por encima de todo. Artistas de pies a cabeza,pues toque por amor y ocación habéis subido al mundo fingido y doloroso de las tablas. Artistas por ocupación y preocupación. Desde el teatro más modesto al más encumbrado se debe escribir la palabra ten salas y camerinos, porque si no vamosa tener que poner la palabra o alguna otra que no meatrevo a decir. A través de mi vida, si vivo, espero, queridos actores, que osencontréis conmigo y yo con vosotros. Siempre me hallaréis con elmismo encendido amor al teatro y con la moral artística del ansiade una obra y una escena cada vez mejor. Espero luchar para seguir conservando la independencia que me salva; y para calumnias, horrores y sambenitos que empiecen a colgar sobre mi cuerpo, tengo una lluvia de risas de campesino para mi uso particular.No quiero daros una lección, porque me encuentro en condiciones de recibirlas. Mis palabras las dictan el entusiasmo y laseguridad. No soy un iluso. He pensado mucho, y con frialdad,lo que pienso, y, como buen andaluz, poseo el secreto de la frialdad porque tengo sangre antigua. Yo sé que la verdad no la tiene el que dice: «Hoy, hoy, hoy» comiendo su pan junto a la lumbre, sino el que serenamente mira a lo lejos la primera luzen la alborada del campo.
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Yo sé que no tiene razón el que dice: «Ahora mismo, ahora,ahora» con los ojos puestos en las pequeñas fauces de la taquilla, sino el que dice «Mañana, mañana, mañana» y siente llegar la nueva vida que se cierne sobre el mundo.
FEDERICO GARCÍA LORCA 1935.
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