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PORTADILLA
ANA DE LAS TEJAS VERDES
Un hermoso día de primavera, Matthew Cuthbert se vistió con su mejor traje, enganchó al carro la yegua más fuerte que tenía y se alejó de su granja de Las Tejas Verdes, en el pueblo de Avonlea.
Matthew estaba contento, pues él y su hermana, Marilla, habían adoptado a un huérfano que llegaba en el tren de las cinco y media de la tarde.
Al llegar a la estación no vio ni rastro del tren y en el andén solo había una niña sentada con expresión nerviosa.
—El tren de las cinco y media se ha ido hace ya media hora —le dijo el jefe de estación—. Pero te han dejado una niña.
Un sorprendido Matthew estrechó la mano de la pequeña y se fijó en aquella criatura de ojos brillantes.
—Supongo que eres el señor Matthew de Las Tejas Verdes —dijo ella con una voz clara y dulce—. Me alegro de verte.
Durante el trayecto de vuelta, aquella niña de las trenzas rojas no paró de explicarle sus sueños y todo lo que le interesaba. Matthew, para su sorpresa, disfrutó mucho con la imaginación desbordante de la joven.