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Textos: Shia Green.Ilustraciones: Marisa Morea.© de esta edición: PRHGE Infantil, S. A. U. (anteriormente RBA Libros, S. A.), 2021.PRHGE Infantil, S. A. U. es una empresa del grupoPenguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.Travessera de Gràcia, 47-49, Barcelona 08021.MOLINOISBN: 978-84-272-2553-4Edición en formato digital: octubre de 2021 Realización editorial: Lookatcia.com.Composición digital: Newcomlab S.L.L.Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escritodel editor cualquier forma de reproducción, distribución,comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometidaa las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)si necesitan reproducir algún fragmento de esta obra(www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).Todos los derechos reservados.
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Caperucita roja Los tres cerditosEl lobo y las siete cabritas CenicientaHansel y Gretel Alí Babá y los cuarenta ladronesBlancanievesLa princesa y el guisante PulgarcitoLa bella durmiente Ricitos de OroEl soldadito de plomoEl gato con botasLos músicos de BremenEl patito feoEl traje nuevo del emperadorPedro y las habichuelas mágicasEl autista de HamelínLa Ratita PresumidaEl sastrecillo valiente7131925313743495561677379859197103109115121
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7aperucita roja se levantó y no fue a la escuela, pues aquel domingo iba a casa de su abuela. El bosque que rodeaba el pueblo debía cruzar pero eran quince minutos a pie a más tardar.
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8Su madre esta vez no la podía acompañary tenía miedo de que algo la pudiese dañar.«No te separes del sendero a observar las flores—le advirtió ella—, aunque sean multicolores,que el bosque está lleno de animales muy pillos».«¡Mamá! —protestó la niña—. ¡Si no hay más que grillos!Ya soy muy mayor, puedo correr y saltar,gritar muy alto y también me sé ocultar».La niña partió contenta con su capucha rojasin mirar los pájaros ni saltar a la pata coja.Tras un árbol surgió un extraño animaluchode gran sonrisa aunque muy flaco y paliducho.«Buenos días, Caperucita, ¿dónde vas tú tan bonita?».«Voy a casa de mi abuelita para que me llene esta cestita».«¿Y con qué te la va a llenar, por favor, dime?».«¡Uy! Con huevos y un pastel sublime».«¡Ah, qué ricos! —dijo el bicho muy educado,ya relamiéndose al pensar en tan tierno bocado—.Yo soy el Señor Lobo y te hago una apuesta:¿a ver quién de los dos sube primero esa cuesta?».Y antes de que Caperucita se pudiera negarel muy embustero huyó corriendo del lugarsoñando con los huevos y el pastel,y con limpiarse las manos en el mantel.
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9Pronto el lobo llegó a la casa y abrió la puerta,pero la abuela lo vigilaba desde la huerta.«¡Qué miedo! Al leñador debo ir a buscarsi no quiero que esta fiera se quede a merendar». Y la mujer partió hacia el bosque rauda y velozmientras el lobo seguía con un hambre atroz.El animal rebuscó en la cocina y en la nevera,pero su hambre era cada vez más severa.«¿Y los huevos y el pastel? —aullaba la alimaña—.Pues me comeré a esa cría. ¡A mí no me engaña!».Corrió con sus cuatro patas hasta el dormitorioy sacó del armario un gran repertorio:vestido, peluca y un sombrero gigantepara convertirse en una abuela elegante.
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11Toc, toc, toc.Toc, toc, toc.«¿Quién es?», preguntó el lobo disfrazado.«Pero, abuela, ¡menudo constipado!».«Ejem… Sí. Pasa, pasa», dijo disimulando la vozy que la niña no adivinase que era el lobo feroz.Pero ella se extrañó: «Abuela, ¿vas al teatro?».El lobo no entendió: «Solo estoy pasando el rato».¡Pobre lobo! Se había vestido de emperatrizsin saber que aquella abuela era una gran actriz.«Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!».«Son para abrazarte mejor, ¿por qué no vienes?».«Abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!».«Caramba, pues están pegadas a mis sienes».«Abuela, ¡que ojos tan grandes tienes!».«Son para verte mejor. ¿Vienes o no vienes?».«Puaj, abuela, ¡qué dientes tan grandes tienes!».«¡Se acabó! Abandono mi papel de actor:estos dientes son para comerte mejor».Y la bestia se rompió la incómoda vestidurapara abalanzarse sobre la indefensa criatura.
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12Justo en ese momento abrió la puerta el leñadorarmado con un tronco, aunque luciendo bañador.«¡A esta chiquilla no vas a tocarporque de un golpe te lanzo a un autocar!».Pero la Caperucita de este cuentodetuvo semejante lanzamientoy tras darle comida al pobre lobolo contrataron para hacer el boboen la compañía de teatro de las abuelasdisfrazado con un traje de lentejuelas.Y Caperucita aprendió a no fiarse de los pillos,por mucho que solo parezcan lobos o grillos.