background image
background image
background image
Con ilustraciones de Gemma Capdevila
Page 4 of 50
background image
background image
background image
background image
Page 5 of 50
Hola,soyHelen Lindes.Tenéis envuestrasmanos miprimerlibrodecuentos.Antesdeleerlo,megustaríaque me conocierais un poco más y que supierais de dónde vienen algunas de estas historias. Crecí rodeada de animales. No recuerdo ningún momento de mi vida en el que no haya un animal acom-pañándome. Tuve la suerte de pasar la infancia viviendo en casas de campo. Primero en Torroella de Montgrí, en laCosta Brava, y luego en la isla de Lanzarote. Allí pudimos adoptar muchos animales, ya fueran gatos, perros, caballos, patos, conejos, o hámsteres… Desde el día en que nací hasta hoy, las mascotas han formado parte de mi familia.Todas las mañanas he tenido algún «amiguito/a» acompañándome a los pies de la cama o enroscado en el edredón.He tenido quecompartirconmis mascotaseldesayunoy,algunavez,mitarea fuecepillar ypaseara algunade ellas antesde ir al colegio.Estas responsabilidades forjaronmi carácter con disciplina ycompromi-so. ¡Y a la vez ellas me han dado tanto! Han sido mi paño de lágrimas, mi estufa en las noches frías, mis com-pañeras de batallas y mis más eles condentes.Por eso, ahora que soy madre intento que mis hijos se críen como yo lo hice, disfrutando de la preciosa co-nexión quese creaentre un niñoy unanimal,sobretodosi convivendesdeel primer día. Para míesfundamentalque en su educación se incluya el respeto por los animales y su cuidado. ¡Tienen tantas cosas que enseñarnos!De esa idea surgió este libro. En él, a través de estas historias, quiero reejar todas esas vivencias que tuve a lo largo de los años y transformarlas en lecciones de vida. Son los cuentos que cada noche me han llenado la cabeza y la boca para hacer dormir a mis hijos. Historiasde niños como ellos que viven una aventura en la que, a pesar de las dicultades, siempre hay una bonita lecciónque aprender.Unos son más autobiográcos que otros: El caballo valientees, en parte, un relato el de cómo era mi vidacuando tenía doce años y me mudé por tercera vez a un pueblo en el norte de Lanzarote que se llama Tabayesco.Todas estas pequeñas historias desvelan un aprendizaje que tuve que superar, aunque yo no sea la prota-gonista. En ellas destaco valores tan importantes como el cuidado del medio ambiente, el valor, la amistad y el amor propio. Y para hacerlo aún más personal he nombrado a cada animal con los nombres de mis mascotas o animales queme marcaron en algún momento y a los humanos les he «regalado» los nombres de alguno de mis familiares.Espero que os guste mucho este pedacito de infancia de Helen, yo sin duda he disfrutado como una niña escribiéndolos.
Page 6 of 50
background image
background image
background image
background image
background image
Page 7 of 50
background image
background image
background image
background image
background image
5
EL C
AB
ALL
O V
ALIENTE
C
uando mis padres y yo nos mudamos de casa a un pueblo muy pequeñito en el valle me sentía un poco sola. Era muy tímida y me costaba hacer amigos y hablar en clase. Cada vez que tenía que hacer unaexposición delante de mis compañeros me ponía muy roja y se reían de m́. Así que, poco a poco, mefui convirtiendo en una niña solitaria que jugaba en sus propios mundos. Hasta que conocí a Furia. Furia era el caballo de mis vecinos, en realidad, uno de ellos, ya que hab́a cuatro en total. Era de un color muy peculiar, una mezcla entre marrón claro y dorado que a veces se tornaba un poco fresa. Era casi pelirrojo. Los caballos viv́an en una casa de campo, cada uno con su establo y con un picadero donde pod́an salir yejercitarse un poco. Pero solo iban a pasear fuera los nes de semana. Ven́an sus dueños y se los llevaban atodos a dar un largo paseo cerca del mar. Los ve́a correr a lo lejos, hacer carreras en la pista de tierra y dejarlos entrar en la playa para que chapotearan un poco.Como entre semana no hab́a más que un hombre que los cuidaba, me fui acercando a ellos poco a poco. Me mor́a de ganas de acariciarlos y de darles algo de comer. As́ que un d́a salté la valla y me acerqué sin que nadie me viera. Estaban todos sueltos y jugando cuando uno de ellos se jóen m́y se acercó. Era Furia, aunqueyo aún no sab́a su nombre. Puso su hocico cerca de mi mano y me olisqueó. Yo ten́a unas zanahorias guar-dadas en mi bolsillo y se las di. ¡Se volvióloco de alegr́a! Empezóa dar brincos y saltos por todas partes y yo no pod́a parar de re́r, era tan feliz...A partir de ese d́a fue un ritual para nosotros. Cada tarde, después del colegio me acercaba a verlo y a con-tarle qué tal me hab́a ido el d́a, mientras él masticaba la fruta o verdura que le llevaba. A veces eran manzanas;otras, zanahorias; en otras ocasiones, mazorcas de ma́z... Lo que encontrase en la nevera de casa.El cuidador, que nos observaba a distancia, se fue acostumbrando a mi presencia en silencio. Hasta que und́a se acercó a hablar conmigo. Me puse muy nerviosa pensando que me iba a echar de all́. —Buenas tardes, mi niña. ¿Cómo te llamas?—Me llamo Elena, soy vecina vuestra. Vivo en la casa de encima de la colina. Siento si he molestado en-trando sin permiso.—Ya veo que te gustan los caballos, ¿sabes montar?