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Los personajes y sucesos que aparecen en este libro son ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o fallecidas, es pura coincidencia y no forma parte de las intenciones de la autora.Título original: League of Legends. Realms of RuneterraEdición en formato digital: octubre de 2020 © 2019, Riot Games© 2019, Melcher Media© 2019, Voracious (Little, Brown and Company, Hachette Book Group)1290 Avenue of the Americas, Nueva York, NY 10104, littlebrown.com© 2020, Miguel Martínez Ayllón y Pedro Juan Galán Martín, por la traducciónVoracious es un sello de Little, Brown and Company, una división de Hachette Book Group, Inc. El nombre y el logotipo de Voracious son marcas comerciales de Hachette Book Group, Inc.El editor no se responsabiliza de los sitios web (ni de su contenido) que no sean de su propiedad.© 2020, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 BarcelonaPenguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright.El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyright al no reproducir ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autoresy permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores.Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org)si necesita reproduciralgún fragmento de esta obra.ISBN: 978-84-18318-43-6Compuesto en M.I. Maquetación S. L.Composición digital: Newcomlab S.L.L.www.megustaleer.com
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A LOS RIOTERSEs un honor estar rodeada cada día de gente tan profundamente dedicada a alcanzar la perfección. La pasión, paciencia y perseverancia que corren por las venas de Riot han hecho posible este mundo (y este libro).Si se puede soñar, se puede llevar a cabo. Gracias por decir «Sí, y...» todos los días.A LOS JUGADORESAunque este libro se centre en el mundo fi cticio de League of Legends, quiero que sepáis que vosotros sois el centro de nuestro universo. Gracias.
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migos, nuevos y de antes..., bienvenidos.Para algunos, este será vuestro primer encuentro con eluniverso de League of Legends. Para los que ya llevéis añosrecorriéndolo con nosotros, este libro es como el portalyordle que siempre habéis querido atravesar. En el momento en que escribo esto, solo han transcurrido poco más decuatro años desde que comencé mi viaje por los reinos de Runaterra. Lashistorias en las que he participado me han permitido surcar las arenas deShurima, perseguir a criminales mejorados a través de las corruptasdeZaun y resolver la misteriosa muerte de un anciano maestro en Jonia.Cuando me uní a Riot Games, me dijeron que todos podemosencontrar algo en el mundo de League of Legends. Al principio, dudaba de que un escenario de ficción pudiera ser tan sólido, pero, a medida que fui familiarizándome con él, comprendí que no había límite para los personajes que podíamos conocer ni para las historias que podíamos contar. Ahora y siempre, Runaterra es para todos nosotros. Hoy podríais ser guerreros masones de Noxus que reclaman nuevoterritorio para la expansión del imperio, mientras que yo podría ser unacazadora de tesoros en busca de reliquias místicas en las orillas encantadasde las Islas de la Sombra. Y mañana quizá todos podríamos ser jóvenesreclutas del ejército demaciano prestando juramento para unirnos a lasfilas de la Vanguardia Impertérrita. O tal vez podríamos participar en unacelebración de guerreros freljordianos y brindar por «un buen día» bajouna brillante y celestial aurora. Independientemente de adónde nos llevela curiosidad, sé que siempre habrá algo nuevo que descubrir. El propósito de este libro es servir de amigo y guía a medida que recorréislos territorios salvajes de Runaterra. Más que una simple colección dehistorias e ilustraciones, este es el comienzo de una exploración de lascivilizaciones y culturas con las que se ha encontrado la fantasía; se tratade un sueño hecho realidad. Lo cierto es que la imaginación es la mejorhistoria, juguete, herramienta o juego que tenemos a nuestra disposición;y, sinceramente, espero que el pequeño destello del mundo que contienenestas páginas despierte vuestra imaginación tanto como ha despertado lamía.Os deseo magia y aventura para el viaje que tenéis por delante,  Ariel « ermal Kitten» Lawrence, jefa de narrativa, Riot Games
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FRELJORD100DEMACIA72NOXUS46TARGON12CONTENIDORunaterra, conformada por los reinos material y espiritual, es el único confín entre los poderes celestiales de la creación y la amenaza abismal de la destrucción total. Se trata de un mundo mágico sin parangón, habitado por gentes temibles y maravillosas. Considera este volumen una invitación a explorar sus lugares más remotos a través de relatos de cada región, así como de historias que darán vida a la aventura y al misterio que existen en los reinos.
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SHURIMA228CRONOLOGÍA deRUNATERRA70ELVACÍO256CIUDADdeBANDLE258PILTOVER Y ZAUN124AGUASESTANCADAS166IXTAL162JONIA20ISLAS DE LA SOMBRA194
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ara comprender mejor Runaterra, se podría empezar por Targon, el lugar donde suelen comenzar las leyendas de la creación del mundo. Como cualquier otro lugar mítico, es un faro para soñadores, peregrinos y aquellos que buscan la verdad y la iluminación, como las fuertes tribus de los rakkoranos, que hacen de las montañas su hogar. El propio Monte Targon es el mayor pico de Runaterra, una amenazadora cima de retorcida roca bañada por el sol que parece elevarse siempre hacia las estrellas. Durante milenios, los mortales se han visto impelidos a escalar el Monte Targon, aunque no siempre puedan explicar por qué, y el ascenso tiene fama de ser casi imposible.
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unque la mayoría de los rakkoranos adoran al sol, a los que dedican sus vidas por completo a él se los conoce como Solari. Son la secta religiosa dominante en el Monte Targon y creen que el sol es la fuente de toda la vida: todas las demás fuentes de luz son falsas y constituyen una amenaza para el futuro de su pueblo. Los sacerdotes del templo, que predican que si el sol llegase a extinguirse las tinieblas engullirían el mundo, son los encargados de guiar a los discípulos por las censuras de su fe. De este modo, los guerreros Solari están preparados para combatir con cualquiera que quiera extinguir su luz sagrada.
La vida en la monta
LOS SOLARI
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15TARGONLOS LUNARI
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os Lunari, considerados herejes por los Solari, adoran la luz plateada de la luna. Practican en secreto sus creencias, ocultándose de aquellos que buscan librar a Targon de su inuencia para siempre, aunque algunos afirman que hace mucho tiempo los dos grupos convivían en paz, adorando a los cielos como un solo pueblo. LOS TAMU
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os rakkoranos crían rebaños de tamu. Sus exuberantes pe-lajes se esquilan dos veces al año y se convierten en ropajes de abrigo y otras prendas.
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as tribus migratorias de los rakkoranos han esculpido mercados, hogares estacionales y cámaras ceremoniales en la propia montaña.
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LOS RAKKORANOS
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16TARGONLA DESPEDIDA
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s tradición celebrar una ceremonia de despedida sagrada para homenajear a aquellos que van a escalar la montaña. Este día marca el momento en que el destino de sus almas pasa a estar en manos de Targon. Lo más probable es que nunca se vuelva a ver a estos escaladores.
Un peregrinaje
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17TARGONPELIGROS ETÉREOS
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o más peligroso del Monte Targon no es la increíble altitud, sino la prueba de carácter que plantea a cada escalador. Los rakkoranos consideran que el ascenso es una prueba para el alma del aspirante, ya que la inevitable soledad se vuelve insoportable y lo enloquece, distrayéndolo con visiones de otra época, de otros lugares y de remordimientos personales. LOS PATRONES DE LOS MUERTOS
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as escarpadas laderas y las traicioneras condiciones de la montaña hacen que resulte increíblemente difícil escalarla y suponen una prueba de fuego para la fuerza, resolución, voluntad y determinación de los aspirantes a conquistar la cima. A veces, estos comienzan en grupos para ayudarse entre ellos por el camino, ya que, cuando un escalador queda agotado o resulta herido, no hay ninguna esperanza de que lo rescaten desde abajo. Los cuerpos de los muertos no suelen descomponerse a tales alturas, sino que parecen fundirse gradualmente en la roca, llegando a enroscarse en los patrones circulares y las crestas de la montaña.
sagrado
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18TARGONLLEGAR ALA CIMA
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n el extraño caso de que un mortal consiga alcanzar la cima de Targon, los cielos se abrirán ante él en una deslumbrante exhibición de auroras cósmicas. Pocos han sido testigos de ese radiante espectáculo, muy por encima de las nubes y bajo las brillantes estrellas, donde se dice que seres intemporales parecidos a dioses habitan una maravillosa ciudad de oro y plata.
Perforar los
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os cielos que rodean el Monte Targon brillan con celestial majestuosidad, gracias al resplandor del sol y de la luna, los cometas abrasadores que rasgan la oscuridad y las constelaciones que no pueden verse desde ningún otro lugar de Runaterra. Durante mucho tiempo, los rakkoranos han considerado que todos estos son Aspectos de seres estelares inmensos y desconocidos, poderosos y ancestrales a una escala que supera la imaginación.De hecho, cada pocas generaciones, uno de estos Aspectos puede descender de la montaña en el interior del cuerpo de un escalador al que hayan juzgado digno de ello. Tal acontecimiento dará forma a una leyenda, y es probable que estas criaturas divinas modelaran el destino del mundo en épocas pasadas. EL TOQUE DE LO ETERNO
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onia, rodeada por traicioneros mares, está formada por una serie de provincias aliadas desperdigadas a lo largo y ancho de un inmenso archipiélago que muchos conocen como las Tierras Primigenias. El equilibrio es una de las piedras angulares de la cultura jonia, por lo que los límites que separan el mundo material del espiritual son aquí más difusos que en el resto de Runaterra, especialmente en las profundidades de sus bosques y en lo alto de sus cumbres. A pesar de que la magia del lugar es caprichosa, y sus habi-tantes, místicos y peligrosos, Jonia prosperó durante siglos. Los monasterios de guerreros y las milicias provinciales, así como la propia naturaleza, eran sufi ciente defensa frente al mundo exterior. Sin embargo, esta paz llegó a su fi n hace doce años, cuando Noxus atacó las Tierras Primigenias. Una infi nidad de huestes del imperio arrasó el territorio jonio. Sus habitantes tardaron años en expulsarlas y el número de víctimas fue terrible. Ahora, en Jonia reina una paz inestable. Las diferentes reacciones ante la guerra han dividido la región. Por un lado, algunos grupos, como los monjes Shojin y los Kinkou, buscan volver al aislamiento y el pacifi smo previos a la invasión, así como recuperar las tradiciones pastorales. No obstante, otros grupos más radicalizados, como la hermandad Navori y la Orden de la Sombra, buscan militarizar la magia de sus tierras para forjar una nación unida capaz de vengarse de Noxus. El destino de Jonia pende de un inestable hilo que pocos están dispuestos a cortar, pero cuya fragilidad todos perciben.
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22JONIABELLEZA NATURAL
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onia es el hogar de muchos animales y espíritus raros y ancestrales, que se ocultan del mundo y que solo unos pocos afortunados consiguen llegar a ver. Incluso los mares rebosan de vida mágica, en un estado constante de cambio y renovación.
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a magia impregna cada rincón de Jonia, a su gente, su historia y gran parte de sus tierras. Allí todos los aspectos de la vida guardan un equilibrio, y todavía queda muchísimo por explorar y descubrir. Aquellos que llaman hogar a este vasto continente se esfuerzan por encontrar la armonía entre sus distintos hábitats y razas, mucho más antiguos que la mayoría de los de Runaterra. TITANES DEL PASADO
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o cabe duda de que la historia de Jonia es mucho más larga y rica de lo que ninguna criatura viviente jamás podría imaginar. De hecho, en las tierras altas y montañosas más remotas, el paisaje sigue haciéndose eco de las grandes guerras que se libraron antaño. Los jonios, en vez de limpiar los escombros, decidieron respetar los restos, aunque no comprendieran completamente todo lo que representaban.
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23JONIAVIDA EN EQUILIBRIO
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a búsqueda del equilibrio seencuentra en el centro de las creencias y la cultura de los jonios. Las gentes que aquí habitan miden sus acciones respecto al mundo que las rodea: en vez de doblegar la naturaleza ante sus necesidades, viven en comunión con ella. LOS GRANDES MONASTERIOS
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pesar de ser la cuna de una amplia variedad de artes marciales especializadas, Jonia no tiene ejército, y sus batallas están ligadas a ilosoías diferentes, transmitidas con veneración y atención. En las montañas del nordeste, hace ya tiempo que el monasterio de Hirana es el santuario de quienes buscan una mejor comprensión de la conexión con el reino espiritual. ALIADOS MÍSTICOS
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os habitantes de las muchas provincias de Jonia siempre se han considerado parte del entorno natural, y por ello adaptaron su estilo de vida para vivir en armonía con todo tipo de lora y fauna fantásticas. A los forasteros les puede sorprender esa relación tan cercana, pero lo cierto es que tanto la tierra como sus pobladores le deben a esta interdependencia el suceder de sus innumerables generaciones. Con mis propios ojoslas f ores he visto caery los espíritus ascender.
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24JONIAA menudo, las vidas de los jonios y sus nociones de permanencia difi eren de forma sustancial de las de otros habitantes de Runaterra. Esto puede transformar radicalmente incluso las tareas estacionales más mundanas: estos pescatierras recogen granos y frutos durante los largos veranos, ajustándose a las corrientes mágicas en perpetuo cambio de los Ríos de Hierba.
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ebido a lo excepcionalmente fi na que es la frontera entre los reinos, la magia natural y los espíritus impregnan todos los aspectos del territorio y su cultura. Por lo general, los jonios han aceptado esa relación, aunque siempre ha habido algunos que, en ocasiones, buscaban aprovecharla en su propio benefi cio. La tierra y el clima, así como todos los espíritus relacionados con ellos, responden a estímulos positivos y negativos. Aquellos que se encuentren en sintonía con la tierra podrán recolectar abundantes cosechas, y los que vivan en comunión con las mareas siempre hallarán llenas sus redes. Sin embargo, los ejércitos invasores pueden esperar que el espíritu de Jonia les oponga resistencia.
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os milenios de aislamiento de Jonia han supuesto que esta cultura en sintonía con el equilibrio otorgue un gran valor al cumplimiento de tradiciones saludables. Estas costumbres y actitudes a menudo se manifi estan en la arquitectura de Jonia. Las estructuras que allí se edifi can se caracterizan por una idea de fl ujo y delicadeza naturales que aspira a refl ejar la etérea belleza de la tierra. Además, los grandes espacios abiertos recuerdan que uno nunca se separa totalmente de la materia orgánica que una vez existió allí.LA MAESTRÍA DEL ARTESANO
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n los valles de las tierras altas hay laderas rocosas con casas templo horadadas, cuyos arcos y columnas de soporte están formados por sauces látigo vivientes. Las transiciones entre las paredes y los demás elementos de estos ediicios sagrados son suaves al tacto y tienen pocas esquinas o bordes abruptos. LA ARQUITECTURA DE LA INFLUENCIA
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os jonios intentan evitar talar árboles para no ofender ni dañar a sus espíritus. Así, los tejedores de madera los persuaden para que crezcan adoptando las formas necesarias para la estructura que quieren construir. Sin embargo, los árboles siguen con vida y continuarán creciendo, lo que con el tiempo puede llevar a ciertos cambios imprevistos en el hogar.
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27JONIAVIDA RURAL
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ara vivir en armonía con la tierra, la naturaleza debe dictar la forma de las ediicaciones. Las granjas y aldeas se asientan con elegancia en el entorno; sus suelos, puertas y paredes se hacen eco del ascenso y de la caída de la tierra y el cielo. UN JARDÍN EN LA AZOTEA
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a arquitectura jonia a menudo incluye tejados curvos de tejas o tablillas. En estos casos, las ramas se extienden hacia fuera desde los árboles que hay dentro del ediicio.
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onia alberga innumerables escuelas y templos, donde se adoctrina a estudiantes disciplinados en artes marciales ancestrales y en fi losofía esotérica. Estos letales y elegantes luchadores, magos, bailarines y eruditos se formaron durante años con la esperanza de llegar a dominar su arte.EL CAMINO HACIA LA ILUMINACIÓN
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i bien en Jonia la mayoría busca la armonía, son pocos los que se han enfrascado tanto en esta búsqueda como para ser considerados seres verdaderamente iluminados. Sus ideales son elevados, pero no todos están a la altura; y el odio, la lujuria, la ira y el amor pueden afectar a los jonios tanto como a cualquier otro habitante de Runaterra. Desde Hirana hasta el Placidium de Navori, existen lugares de culto que están abiertos a todo aquel que desee conocerse mejor a sí mismo. Durante la invasión noxiana y después de ella, muchas de estas tradiciones se vieron afectadas. Las interpretaciones extremas y radicales de sus antiguas creencias se imponen cada vez más, a medida que cada practicante se esfuerza en comprender el mundo después de todo lo que han presenciado.
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29JONIALOS KINKOU
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sta serena orden está dedicada a la conservación del equilibrio entre el mundo ísico y el reino espiritual, sin decantarse por ninguno. Siguen a un único líder que ostenta el título de Ojo del Crepúsculo, al que ante todo se le encomienda el solemne deber de vigilar las estrellas. LA ORDEN DE LA SOMBRA
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stos asesinos han emprendido la tarea de defender Jonia de todos los extranjeros y de avanzar de forma agresiva hacia la total militarización de su tierra natal. Según la tradición, los miembros de la orden pasan varios años aprendiendo las artes prohibidas de la magia de las sombras.
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30JONIALOS VASTAYASHAI’REI
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ace mucho mucho tiempo, la armonía de las Tierras Primigenias se vio perturbada por una guerra entre los mortales y una raza de titanes descendida de los cielos. Como consecuencia, los mortales más ilustres recurrieron a la sabiduría de sus ancestros y decidieron acoger en su interior el poder del reino espiritual; así nacieron los Vastayashai’rei, cambiaformas inmortales que se defendían con el poder mágico del mundo natural. Tras largos años de lucha, los titanes cayeron y los Vastayashai’rei pasaron a la historia como los héroes de su era. A pesar de ello, se negaron a reclamar ningún tipo de superioridad frente a sus compatriotas mortales y decidieron vivir entre ellos como iguales.
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os vastaya son seres místicos y quiméricos, ni mortales ni inmortales, que están en perfecta sintonía con la magia de Runaterra. Descienden de los Vastayashai’rei y hace mucho que formaron sus propias tribus. Durante milenios, los vastaya se han esforzado para conservar su legado espiritual, a pesar de verse sumergidos con frecuencia en rencillas internas. Puesto que recientemente los humanos han alterado las corrientes mágicas que fl uyen por el mundo, su relación con muchas de las tribus de los vastaya ha empeorado. Hace ya varias generaciones de mortales que el mundo no ve nacer a un nuevo vastaya, y hay quienes temen que una nueva era esté a punto de comenzar para esta raza ancestral.
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32JONIALA GRAN BATALLA
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l Placidium de Navori, situado en el corazón de Jonia, es un lugar simbólico e impregnado de tradición. Como tal, era un objetivo tentador para el general noxiano Jericho Swain, que sabía que la resistencia jonia nunca se rendiría a menos que aplastara su espíritu. Sin embargo, no todos los soldados jonios se oponían a Nexus. Swain se había asegurado la lealtad de los vastaya descontentos que querían proteger sus bosques mágicos ancestrales de la destrucción futura o de la conquista, y estos inesperados aliados ayudaron a los noxianos a tomar prisioneros a los guardianes del Placidium.Aunque eran muy inferiores en número, su posición superior les permitió atraer a los refuerzos jonios a una trampa. Los patios y pasos elevados del Placidium se convirtieron en un encarnizado campo de batalla, hasta que el mismísimo general cayó ante los encolerizados guerreros que había capturado en un principio. Los noxianos salieron en desbandada y sus agentes vastaya fueron masacrados mientras huían con ellos.
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33JONIAPara regresar necesitaremos el arma.LA DANZA DE LAS CUCHILLAS
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l rumor de que la joven Irelia, la Danza de las Cuchillas de Navori, había matado al general noxiano pronto se convirtió en un llamamiento a los jonios de todas partes. Aunque algunos seguían abogando por la meditación sobre el equilibrio, muchos comenzaron a contraatacar: con magia, con espadas y arcos, o sirviéndose del sigilo y de la astucia. Las gentes de Navori en particular se vieron arrastradas a interminables combates con lo que quedaba de las guerrillas imperiales y, muy a su pesar, Irelia pronto se convirtió en su igura más representativa. Aunque esta batalla cambió el rumbo de la guerra, la paz nunca volvió a reinar en Placidium, cuya santidad había sido mancillada por el execrable baño de sangre acaecido. Noxus había dejado su marca en Jonia, una tierra que antaño había estado unida y en equilibrio, pero que ahora se había derrumbado y dividido.
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ing respiró profundamente.El aroma de los pétalos de orquí-dea fl otaba en el ambiente, llevado por la brisa que danzaba a través de las puertas abiertas. Afuera, los bambúes se mecían al viento, y su entrechocar quedaba subrayado suavemente por el canto de un pájaro. Una leve sonrisa revoloteó por la cara de Jing cuando el dulce sabor de la primavera comenzó a danzar en la punta de su lengua. Suspiró y se puso en pie, asiendo el bastón de bambú con mano curtida para tantear con él su camino al cruzar la habitación.La rodeaban los mil crujidos y chirridos familiares del salón de té. Calzada con san-dalias, fue de una ventana a otra y abrió cada postigo con mano fi rme y diestra. Mientras, unos pétalos cayeron por su lado con un suave susurro. No le importó; daban nombre al salón de té. Unos pocos pétalos desperdigados por la sala le traían pequeñas alegrías y le evocaban recuerdos más dulces, de tiempos pasados.El ruido de unas pisadas atrajo su atención de vuelta a la entrada principal. Algo inesperado, ya que todavía era pronto para que en aque-lla estación llegaran viajeros al lugar. Por un instante, Jing contuvo el aliento. Los golpecitos sordos de zapatos de tela sobre la piedra. El susurro de la ropa suelta. «¿Podría ser...?» Pero no. La cadencia no era la correcta. La zancada era demasiado larga.Una sonrisa paciente sustituyó la momen-tánea decepción en el rostro de Jing. Se apoyó en el bastón, se enderezó y encaró la puerta, sintiendo el cálido sol en la cara.—Hola, O-ma. —Oyó una voz desde el ca-mino. El título honorífi co sorprendió a Jing. La voz era fuerte. Clara al traspasar la entrada. Y le resultó algo familiar, aunque no pudo recordar de inmediato de dónde o de cuándo la conocía. Quizá fuera una voz que no había oído en mu-chos años, o puede que tan solo se tratara de un truco de la memoria desvaída.—Bienvenido, viajero —respondió ella. MICHAEL YICHAO
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36JONIAEl crujido de la edad en su propia voz nunca dejaba de sorprenderla. ¡Qué rápido pasaban bailando los años! Cómo se asentaba el tiempo y se aferraba con fuerza al hueso y a la carne, con un peso ineludible.—¿Buscas un alto en el camino? —preguntó.—Así es —replicó la voz.—Entra, por favor —dijo Jing. Se giró hacia la habitación de atrás mien-tras oía entrar al viajero. El chirriar de un banco. El débil chasquido del metal contra la madera. «Un viajero armado. Por el sonido, probablemente se trata de un espadachín, con el arma a su lado.» Cogió una pequeña tetera entre sus diestras manos, la llenó de agua fresca de la urna y la colocó en el hogar.En aquella parte de Jonia no era infrecuente que los viajeros fueran armados a la vista de todos. De hecho, un viajero desarmado habría indicado la posibilidad de un peligro mayor: dagas ocultas o un mago, quizá alguien lo suficientemente bien protegido como para no necesitar llevar armas. Mucho más raro era que el viajero estuviera solo.En el pasado, hacía ya mucho tiempo, el salón de té recibía muchos viajeros de paso. Pero en los años que siguieron a la invasión noxiana de Jonia, por los caminos que cru-zaban cerca de aquel lugar cada vez pasaba menos gente. Las precauciones y la descon-fianza, así como las crecientes amenazas de los bandidos y las agresivas facciones que surgieron en reacción a la guerra, llevaron a que disminuyera el número de gente que se atrevía a recorrer aquellos caminos en parti-cular. Y, a pesar de todo, Jing seguía abriendo el salón de té cada temporada, con firme resolución. Solo el tiempo, la atención y la paciencia podrían restaurar el equilibrio y la confianza rota.Y allí había un viajero solitario, que pro-bablemente fuera una excepción a la regla más que un indicio del restablecimiento de la tranquilidad. Si bien su voz sonaba cansada por el viaje, la había saludado en el dialecto de aquella región. La mano de Jing se movió sobre las hojas de té. Pasó por encima de la mezcla tradicional que solía servir y en su lugar optó por un té blanco, compuesto principalmente de Xaolan, la flor de gasa, desconocida para la mayoría, pero preferida por las aldeas que se desparramaban por aquella parte de Jonia.El susurro del viento. El crepitar del hogar. El silbido del agua al hervir. Compuso rápido el servicio de té y regresó a la sala, con la bandeja en una mano y el bastón en la otra. De no ser por la débil respiración del via-jero, Jing hubiera pensado que se había ido. Y, aun así, Jing sentía su meditativa inmovi-lidad, que irradiaba una calma callada y su-til. Con un poco de concentración, también podía ver el tenue contorno de su presencia espiritual. Cruzó hasta donde estaba él y dejó la bandeja en su mesa. —El té está servido.—Muchas gracias, O-ma.El agua vertida. La fragancia de una flor. Una profunda inspiración. Un suspiro de sorpresa y, luego, de satisfacción. Jing sonrió.—Las orquídeas han florecido temprano este año —dijo ella, sentándose a una mesa que había cerca.—Los árboles de Xaolan, también —repli-có el viajero.«Así que conoce la flor por su nombre.» Jing asintió. —No es del todo la estación prevista. Es una sorpresa inesperada.—Las llegadas imprevistas pueden resultar molestas —opinó el viajero.—O traer placeres no anticipados. —Jing
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37JONIAapoyó el bastón en el regazo—. Los vientos cambiantes a menudo traen muchos tesoros a nuestra puerta.—Algunos descarriados no traen alegrías.Pronunció las palabras entre dientes, a través de una respiración susurrada, impreg-nadas de algo mucho más amargo que el té. Jing arqueó una ceja ante la punzante réplica. El persistente regusto. La fina capa de pesar que cubría sus palabras.—Al pétalo arrastrado por el viento le resulta difícil juzgar su papel en el temporal —comentó ella.El viajero no dijo nada.Jing se puso en pie y se estiró. —¡Ah! Te ruego que perdones a una ancia-na que cotorrea sobre la naturaleza. ¿Podría servirte algo de comer, quizá?—¿Estás sola aquí, O-ma? —preguntó él.Su pregunta despertó la precaución de Jing. Pero las palabras habían sido pronun-ciadas con amabilidad y, aún más que antes, se sintió segura de conocer aquella voz. Sin embargo, el recuerdo seguía eludiéndola, como un picor que no alcanzara a rascarse.—No está previsto que mis ayudantes lle-guen hasta dentro de tres días, más o menos —respondió—. Técnicamente, eres el primer cliente de la temporada.—Me siento honrado. Jing percibió una sonrisa en sus palabras.—El placer es todo mío —replicó—. ¿Qué vientos te arrastran por estos caminos? ¿Re-gresas a casa o te marchas?Una breve pausa.—Ninguna de las dos cosas, me temo. —La levedad se evaporó de su voz—. Los necios no tienen hogar.Jing lo consideró durante un momento.—Qué serio y sombrío por tu parte —con-testó por fin.Oyó el tartamudeo de sorpresa y la risa atónita que se le escapó al viajero, y reprimió la sonrisa de satisfacción que amenazaba con asomar a sus labios. —Creo que te traeré un poco de fruta de kiwa. Eso siempre ayudaba a mi hijo a ab-sorber toda esa solemnidad cuando se ponía demasiado melancólico.Jing se dirigió hacia la trastienda, dejando al viajero a solas con sus pensamientos.Sonó el suave tap, tap, tap de su bastón. La puerta del sótano al abrirse. Descendió los escalones viejos y desvencijados, haciendo como que era solo la madera la que crujía, y no sus huesos. Sus manos arrugadas encon-traron el kiwa apartado al fresco. Sus dedos bailaron sobre la gruesa piel y sus oídos oyeron la canción hueca de la fruta madura. Volvió a subir la escalera. Tomó un cuchillo de cocina para partirla, pelarla y cortarla en trozos, como había hecho tantas veces. Las nuevas voces le llegaron antes de terminar. Groseras. Fuertes. Se oían risas, pero carecían de alegría. Jing se limpió las manos en el delantal y volvió a salir llevando el cuenco de fruta.Varias personas se habían unido al viajero. Bueno, «unido» tal vez fuera una palabra demasiado fuerte.Se habían sentado a una mesa central. Era un grupo estridente. Cuatro, cinco voces. Hubo un estrépito de armas arrojadas de forma descuidada. Una actuación orquestada para intimidar. Botas que caían con un golpe sordo sobre la mesa mientras quienes las llevaban se reclinaban en sus asientos.«Ciertamente el viento ha traído hoy mu-chas sorpresas imprevistas y extrañas.»Jing se dirigió al viajero y le dejó la fruta. La mano de este tocó la suya al recoger el cuenco. —Gracias, O-ma...
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38JONIA—¡Eh, eh! ¿Nos atiendes o qué? —Una grose-ra voz de mujer cortó al viajero.—De nada —respondió Jing, ignorando la interrupción—. ¿Puedo ofrecerte algo más...?—¿Estás sorda, vieja? —gritó la voz.La habitación quedó en silencio. Estaba claro que la mujer que gritaba lideraba a los recién llegados o, al menos, hablaba en su nombre.Jing continuó ignorándola.—¿Algo más?—Estoy bien, O-ma —contestó el viajero. Su voz parecía un muelle, enroscada en la tensión. Jing frunció el ceño. «Que no haya necesidad de que la libere.»Finalmente, se dio la vuelta y se acercó a los ruidosos recién llegados. El tap, tap, tap de su bastón puntuaba el silencio forzado. Sonrió al acercarse a su mesa.—Bienvenidos, viajeros.—¿Qué tienes para beber? —gruñó la líder.—En este salón de té tenemos té —dijo Jing.El ruido de un escupitajo. —¿Nada más fuerte?—Té negro —replicó Jing.Juró que podía oír al viajero sonreír detrás de ella.—Pues que sea té —masculló la líder.Jing hizo una leve inclinación y fue a la trastienda. «Qué día más raro»,pensó.Cuando regresó sosteniendo el servicio de té en la mano, la habitación volvía a estar en silencio. Pero los suaves ruidos que hacían los recién llegados los delataban: se rascaban de forma extraña, se ajustaban la ropa, se giraban nerviosos y tosían un poco. Tensos. Esperando.Jing suspiró, bastante segura de lo que ven-dría después. Al menos parecía que el viajero se había marchado, pues ya no oía su respira-ción desde la mesa del extremo.En efecto, al acercarse sonó un repentino «pfff» cuando uno de los miembros del grupo
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39JONIAmovió un pie para hacerla tropezar. Jing se tam-baleó hacia delante antes de recuperar el equi-librio, pero la tetera se desplazó en la bandeja y unas cuantas gotas salpicaron la mesa.De inmediato, las figuras se levantaron de un salto. —Me has derramado té caliente encima, estúpida —gritó la voz de un joven. Jing reprimió el deseo de poner los ojos en blanco ante la ira fingida.—Idiota descuidada —espetó otro.—Mis disculpas —dijo Jing, inclinando leve-mente la cabeza.Entonces intervino la líder. Sintió cómo se acercaba, inclinándose. Echándole el cálido aliento.—Has quemado a Bran —afirmó—. ¿Cómo vas a compensárselo?Jing se giró para encarar a la líder, con ros-tro imperturbable. —Parece un esfuerzo demasiado grande para conseguir una tetera gratis.—Reliquia insolente —gruñó la líder. A continuación, el estrépito de las manos buscando las armas. El estruendo del grupo que se acercaba. Jing asió su bastón con más fuerza.—Ciertamente, la insolencia ha llenado esta casa. Pero no es O-ma quien la vierte.Jing se volvió, sorprendida. El viajero no se había marchado. Su voz sonó fuerte desde su asiento. Y, aun así, hacía tan solo un momento Jing no había oído ni un solo ruido, ni había sentido su presencia en absoluto. «Un maestro de la quietud. ¿Quién es este hombre?»—Esto no te incumbe, viajero —gruñó la líder—. Salvo que quieras ampliar permanen-temente tu estancia aquí, te animo a que te vayas.Jing suspiró de nuevo. Sintió cómo varias miradas se volvían hacia ella. —Debes de ser nueva en esto, mi niña —le dijo a la mujer—. Decirle a un espadachín erran-te que se vaya es garantizar que se quedará.—No se equivoca. —La diversión se entrela-zaba en la tensión de la voz del viajero.—Al mismo tiempo, debo dar la razón a mis demás invitados, joven —dijo Jing, girándose hacia el viajero.—¡¿Oh?! —dijo él.Una ruda mano agarró la túnica de Jing y la zarandeó.—¡Eh! No nos ignores —estalló furiosa la líder.El clin metálico del desenvainar las espadas se oyó a su alrededor. Desde la mesa del viajero oyó un «sssh» mucho más ligero, una hoja liberada suavemente de su atadura.—Una no dirige una casa de té sola durante tantos años sin ver unos cuantos días emocio-nantes —afirmó Jing, con la cabeza aún girada hacia el viajero—. Si te apartaras, le estarías haciendo un favor a esta vieja O-ma.—¡He dicho que no me ignores! —gruñó la líder, salpicando con gotas de saliva el rostro de Jing.—Lo siento, mi niña. ¿Qué decías? —Jing sonrió agradablemente a la mujer.—Cambio de planes. Te vienes con nosotros. —La líder se giró para marcharse, tirando de Jing, mientras el resto de la banda ya se dirigía hacia la puerta.Pero la anciana no se movió.La líder dio una sacudida, incapaz de despla-zar a Jing, que la oyó murmurar sorprendida. Sintió cómo la mujer la agarraba de la túnica con mayor firmeza. Sintió cómo una mano le aferraba el brazo. Volvió a sentir cómo la líder intentaba tirar de ella, y de nuevo no se movió.—Lo siento mucho, mi niña, pero no puedo marcharme. —Jing sacudió la cabeza con triste-za—. Verás... Estoy esperando a alguien.
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40JONIAOtras manos la agarraron y tiraron de ella, tensando los músculos. Jing respiró con mayor profundidad, concentrando motas de poder es-piritual en las piernas, reforzando su posición. Permaneció congelada, inamovible frente a los gruñidos de esfuerzo. —Cortadle las piernas. Él solo nos ordenó que la lleváramos «con vida», no dijo que tuvie-ra que ser «en buen estado» —jadeó la líder.Dos de los miembros de la banda se acer-caron, y fue entonces cuando Jing sintió, casi antes de oírlo, cómo el viajero se ponía rápida-mente en movimiento.Una ráfaga de viento atravesó el grupo. Jing percibió la brisa de las dos estocadas deslizarse hábilmente junto a ella, seguidas de los aullidos demorados de sus receptores. Al mismo tiempo que se vio inundada por el olor metálico de la sangre, Jing levantó su bastón y atizó con él a los tres cuerpos más cercanos a ella, con la fuerza suficiente como para oír unos golpes que dejarían marca y el crujir de una costilla fracturada. Se giró hacia el viajero, manteniendo los pies bien asentados en el suelo y deslizándose en arcos fluidos mientras cambiaba la forma en que cogía el bastón para sostenerlo como una vara corta. La maniobra llevó solo unos segundos, pero dejó a los cinco atacantes apaleados, magulla-dos y desperdigados alrededor de los dos que había en medio de la habitación.—Un manejo de la espada impresionante. Pero una capacidad para escuchar que impre-siona poco —le amonestó Jing.Sintió cómo el viajero se encogía de hom-bros.—Mis disculpas, O-ma.Frente a ella, un miembro de la banda soltó un grito mientras se abalanzaba. Jing se burló, le parecía una falta de disciplina entregar la única ventaja que se tiene antes de atacar. Comenzó con una sencilla parada usando el bastón, continuó con un suave cambio que aprovechó la inercia del atacante para dejarlo pasar a toda velocidad y siguió con un giro casual que culminó con un golpe en su trasero.Detrás de ella, oyó fuertes zancadas mientras otros tres arremetían contra el viajero. Jing oyó este resonar como si de lluvia se tratase. Con una posición móvil, bailó entre sus enemigos al fluido e incesante son de la canción de su espada, que rebotaba contra las armas de los atacantes y abría leves surcos en la carne.—Bueno, ciertamente se trata de un placer inesperado —confesó Jing mientras bloqueaba los golpes de dos agresores.—¿Sueles encontrar entretenidos los intentosde secuestro? —preguntó el viajero.—No todos los días tiene una anciana la oportunidad de estirar los músculos —respondió Jing—, y mucho menos junto a alguien tan diestro con la espada.—Me honras —dijo el viajero.Jing lanzó su bastón de bambú contra una rótula y oyó a un enemigo caer con un grito ahogado. —Hacía muchas estaciones que no oía un juego de piernas como el tuyo —comentó ella—. Y tu espada canta una canción verdade-ramente excepcional.—Solo soy un humilde aprendiz ante O-ma —dijo el viajero con deferencia.—Ya basta de parlotear. —La líder cortó su conversación al mismo tiempo que su estocada surcó el aire.—Ruidosas tormentas hacen repicar los postigos, demandando atención. —Jing dio un paso a un lado y siguió con una finta de su bastón—. Pero es más probable que sean las suaves lluvias las que inspiren al poeta que se sienta dentro.—¿Y eso qué quiere decir? —gruñó la líder
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41JONIAmientras movía su espada para parar el golpe. En la apertura resultante, Jing cambió de po-sición, manteniendo a la mujer a su alcance.—Que eres ruidosa —le aclaró, bajando el arma para golpearla en la cabeza—. Y que deberías plantearte armar menos escándalo.La líder retrocedió un par de pasos, tam-baleándose y lanzando un improperio. Jing inclinó su peso hacia atrás, adoptando la postura vacía y sosteniendo el bastón bajo. Oyó los suaves gemidos a su alrededor. Uno de los aspirantes a agresores gemía desde el suelo. Dos más se esforzaban por ponerse en pie. La mujer y el último atacante respiraban con dificultad frente a ella.—Estoy un poco preocupado, O-ma —admi-tió el viajero.—¿Eh?—Me preocupa que mi espada derrame sangre en tu encantadora casa de té si no de-sisten pronto. —Jing oyó al extraño cambiar de posición. Oyó el acero de su voz—. El esti-lo de mi espada es mucho menos cordial que el del bastón de O-ma: en lugar de prolongar las conversaciones, busca ponerles fin.Jing asintió, impresionada. Al viajero le había bastado con ver unos cuantos intercambios, al tiempo que luchaba contra sus propios rivales, para identificar correctamente la naturaleza defensiva de su estilo y sus golpes, una obser-vación que, con tan solo compartirla con ella, había transmitido sutilmente a sus enemigos en forma de amenaza y advertencia encubiertas. «¿Quién es este viajero?»—Necio arrogante —gruñó la líder—. Prime-ro te mataremos y luego nos la llevaremos.La mujer murmuró un breve encantamiento y, de repente, la temperatura de la sala cayó en picado. Al mismo tiempo, Jing oyó que el viajero agarraba el arma con más fuerza. «Sea lo que sea que esté sucediendo, no es bueno.» Jing respiró, se centró en su interior y abrió el ojo de su mente.Ante ella floreció una paleta de vivos co-lores mientras contemplaba el mundo de los espíritus. Tentáculos de energía espiritual se enredaban en todo ser vivo, y cada uno de ellos latía con su propio ritmo y fluidez. Junto a ella, el viajero aparecía como un salvaje remolino de energía concentrada y viento controlado. Jing apretó la mandíbula al reconocerlo. «Por supuesto. Soy una necia por no haberme dado cuenta antes.»Pero fueron sus oponentes los que le helaron la sangre.La energía de los cuatro asaltantes que quedaban se volvió de un color azul claro mien-tras cambiaban de posición. Esa energía espi-ritual de sus formas se extendía a sus espadas, prendiendo sus armas con el suave brillo de la escarcha elemental. Los cuatro avanzaron, sin que sus pies dejaran nunca de tocar el suelo y con las espadas levantadas a la altura del pecho.Su postura. La formación que adoptaron.«Esa técnica es mía.»—¿Quién os envía? —preguntó Jing, pero ya conocía la respuesta.—Bao Lan solicita una audiencia contigo —sentenció desdeñosamente la líder.Jing sujetó el bastón con más fuerza. —Dile a mi hijo que, si desea verme, debe regresar a casa.La líder se rio. Cruel. Burlándose. —Pronto podrás explicarle en persona por qué hiciste que esto fuera tan difícil. Jing suspiró. —Ya veo. Mi hijo no ha regresado, pero sí lo han hecho su ira y su estupidez.La mujer gruñó ante el insulto. Los cuatro atacaron.Jing bloqueó el primer golpe con el bastón. Inmediatamente, se formó hielo en torno a su
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42JONIAarma. El segundo asaltante la atacó por su lado expuesto y, aunque se giró para esquivarlo, el aura del frío estremecedor le robó el aliento. Junto a ella, vio la fiereza con que los otros dos, cuyas espadas brillaban debido a su técnica de escarcha, arremetían contra el viajero.Se movían usando su juego de piernas —un dominio decente, una forma sólida—, pero el uso de las armas de filo y las arries-gadas tácticas de sus ataques se desviaban de sus enseñanzas. Jing sintió un dolor agudo y amargo en el pecho. «¿Cuán lejos te has apar-tado del camino, hijo mío?»Siguió parando y bloqueando, sintiendo que su arma se volvía más pesada y más lenta con cada ataque que la atravesaba con más frío. Junto a ella, sintió esquivar y evadirse al viajero, claramente consciente desde la pri-mera parada de que detener los golpes con la espada minaría lentamente su energía y calor. Su mirada espiritual también le permitía ver cómo este extraía su propio poder y cómo el viento que lo rodeaba se agudizaba con cada movimiento. «Se está preparando para algo grande —comprendió Jing—. Más vale que acabe con esto yo misma —pensó—. No sea que me destroce media casa de té.»Espiró y cesó su visión espiritual. Seguida-mente, inspiró y recurrió a su propia magia. Una hilera de cristales de hielo salió de ella haciendo espirales y se incrustaron en todas las superficies a un ritmo milagroso. La temperatura en el interior de la casa de té descendió de golpe. Con un giro, aferró su bastón con ambas manos cerca de un extre-mo. Oyó los pasos frenéticos de los asaltantes que cargaban contra ella, intentando impedir que terminara su movimiento.«Inteligentes, pero demasiado lentos.»Jing hizo descender con fuerza su bastón contra el suelo. «Parad.»Desde el epicentro del lugar donde im-pactó el bastón, estallaron láminas de hielo con un rugido, envolviendo a todos y a todo frente a ella. Silencio. Quietud.Jing liberó el bastón del hielo. Volvió a po-sarlo en el suelo y se apoyó en él, recobrando el aliento.«Me estoy volviendo vieja. Eso no debería haberme dejado sin aliento de este modo.»