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Escritos e ilustrados por CYNTHIA&BRIANPATERSON
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Título original:The Foxwood Kidnap; The Fooxwood Regatta; The FoxwoodEdición en formato digital: noviembre de 2021Derechos adquiridos a través de Stegmann Licensing, Germany© 1985, 1986, 1988, Cynthia Paterson, por el texto© 1985, 1986, 1988, Brian Paterson, por las ilustraciones© 2021, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.Travessera de Gràcia, 4749. 08021 Barcelona© 2021, M. Roser Ruiz, por la traducciónDiseño de la cubierta: Penguin Random House Grupo Editorial / Judith SendraPenguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright.Elcopyrightestimula la creatividad, defien de la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyrightal no reproducir ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, h ttp://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.ISBN: 978-84-189-1533-8Compuesto en Punktokomo, S.L.Composición digital: Newcomlab S.L.L.
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Para William, Charles y Henry
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4—¡Cuidado! —gritó Beni Botepronto, mientras su trineo bajaba como un rayo por la colina y dejaba atrás a sus dos amigos, Raúl Roequeso y Pablo Puasuave—. Esta ha sido la mejor bajada de todas —dijo, quitándose la nieve de encima.—¡Ahora me toca a mí! —exclamó Pablo, lanzándose hacia la colina.—Tendrá que ser la última —dijo Raúl—. Se está haciendo tarde, y estamos muy lejos de casa.Cuando pasaron por la vieja escuela y llegaron a la estación de tren, que estaba desierta, empezó a nevar.—Ojalá el tren de Foresta aún funcionara —comentó Pablo—. ¿Qué le pasó?—No lo sé. Supongo que fueron unos gamberros —apuntó Beni, y echó a correr—. ¡Vamos, que hace frío! ¡Gamberro el último!
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6Cuando llegaron al pueblo, Carlos el Cartero les cerró el paso.—Un momento, jovencito —le dijo a Pablo—. ¿Dónde está tu amigo Beni? Tengo una carta para él.—¿Para mí? —dijo Beni, alcanzándolos—. Pero si casi nunca recibo cartas.—¿De quién es? —preguntó Pablo con curiosidad.Beni empezó a leer.—Es de Tío Enrique, el inventor. Quiere que vaya a visitarlo cuanto antes. Dice que ha hecho un descubrimiento extraordinario que ayudará a todo el mundo en Foresta.—¿Qué descubrimiento? —quiso saber Raúl.—No lo pone —contestó Beni.—No puedes ir solo —señaló Pablo, que tenía muchas ganas de que lo invitaran.—Vale —dijo Beni, entre risas—. Iremos los tres.
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7Al día siguiente, prepararon el trineo para el viaje.—No te pases con la carga, Pablo —le advirtió Beni—, que tendremos que arrastrar todo esto por la nieve.Pablo esperó a que Beni se diera la vuelta y metió a hurtadillasun catalejo, pensando que les podría ser útil.El camino más corto para llegar a casa de Tío Enrique era a través del Gran Bosque. Así pues, cruzaron una profunda zanja y se adentraron entre las sombras de los árboles.
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8—No me gusta este bosque —murmuró Pablo—. ¡Da miedo!Se oyó el crujido de una ramita.—¿Qué ha sido eso? —susurró Beni.En ese momento aparecieron de entre los árboles cinco ratas grandotas y con muy mala pinta. Cerraron el paso a los tres amigos y les hablaron amenazadoramente.—¿Qué estáis haciendo en nuestro bosque? —preguntó el jefe.—Hemos tomado un atajo para ir al molino de Tío Enrique —explicó Beni—. No podemos entretenernos, llevamos mucha prisa.—Tío Enrique es un tipo muy importante y muy listo —añadió Raúl.—Sí —intervino Pablo—. Ha descubierto algo que puedehacernos ricos a todos.—¡Vaya! ¡No me digas! Qué interesante —dijo el jefe de las ratas con una sonrisa siniestra. Y se adentró de nuevo entre la vegetación con sus compinches.—¡Perdón! —dijo Pablo, al borde de las lágrimas—. No quería revelar nuestro secreto, solo les conté la verdad para que no nos hicieran daño.—Bueno, estás perdonado —contestó Beni—. Pero ahora te toca a ti tirar del trineo —concluyó, antes de subir corriendo la colina con Raúl. Cuando llegaron al molino, vieron que alrededor la nieve estaba pisoteada.
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10—A lo mejor tu tío ha organizado una fiesta para celebrar su descubrimiento —apuntó Pablo, que ya se había animado.Beni empujó la puerta y dijo:—¡Hola, Tío Enrique! ¡Ya hemos llegado! Pero el molino estaba en silencio. Ni rastro de Tío Enriqueni de ninguna fiesta.—Menuda bienvenida —se quejó Pablo—. Lo suyo sería que se alegrara de vernos, ¿no?