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Edición en formato digital: septiembre de 2020 © 2020, Iria G. Parente y Selene M. Pascual© 2020, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona© 2020, Noa Galán, por las ilustraciones, diseño de interiores y maquetaciónPenguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright.Elcopyrightestimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyrightal no reproducir ni distribuir ningunaparte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autoresy permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.ISBN: 978-84-17605-59-9 Composición digital: Newcomlab S.L.L.www.megustaleer.com
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A todas las personas que día a día pelean contra suspropios monstruos. Vais a estar bien.Y a todas las personas que ayudan a lidiar con losmonstruos de otros y hacen su batalla más fácil. Soisimprescindibles.
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9AlmaEl primer monstruoEl secretoEl segundo monstruoLos monstruos no se caen bienEl tercer monstruoAlma está raraEl cuarto monstruoYa no hay silencioEl examenEl quinto monstruoLos monstruos son amigosEl sexto monstuo¿De qué están hechos los monstruos?El séptimo monstruoLuchar contra los monstruosLa Cazadora de MonstruosA los monstruos no les gusta que se hable de ellosUna tarea difícilGanando fuerzasDebajo de la camaLa oscuridadEstar bien.15.21.35.43.51.59.65.73.83.91.97.105.111.119.125.133.139.147.155.165.173.185.199ÍNDICE
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11Lo primero que Alma descubrió fue que bajo su camano vivía solo un monstruo.Eran muchos.
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12Cuando decimos que eran un montón es porque literalmente eran un montón. Estaban unos encima de otros, apilados yenredados,porquetodoelmundosabequeelespacio quetienen los monstruos para vivir bajo las camas no es demasiadogrande. Si eres un monstruo de debajo de la cama, sabes queestás condenado a un sitio pequeñito, donde tendrás queconvivir apretujado; sin embargo, a los monstruos les gusta vivirasí. Son seres que se comprimen cuando hace falta, pero quetambién pueden expandirse cuando quieren. Los monstruosson grandes, aunque ocupen lugares pequeños.Esa es sólo una de las curiosidades de los monstruos, perohabrá más a medida que te los presentemos. Aunque nopodremos hablar de todoslos monstruos. Hay demasiados paraeso, nos llevaría toda la vida. Hay, al menos, tantos monstruoscomo personas en el mundo. Bien pensado, puede que hayamuchos, muchísimos más. Poresoduranteestahistoriaúnicamente conoceremos a los monstruos de Alma, aunque esposible que alguno de ellos se parezca a alguno que túconozcas. ¡O incluso puede que sea el mismo! Los monstruos,además de ser grandes, están pluriempleados.Los monstruos también tienen mucho afán de protagonismo, yya te hemos dicho que les gusta hacerse grandes, así que estándeseosos de que hablemos de ellos. Aunque, al mismo tiempo,le tienen miedo a que se hable muchode ellos, porque dicen porahíquehablardelosmonstruospuedeexterminarlos.Tambiénllegaremos a eso, no te preocupes.
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13Pero estábamos hablando de Alma y de cómo se enteró de que su monstruo, en realidad, no era uno solo, sino que eran un montónde monstruos.Y eso pasó con la
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La primera vez que Alma se quedó a oscuras, completamente aoscuras, no entendió por qué de repente no había luz. Nosabemos si puedes comprender a Alma, pero quedarsecompletamente a oscuras es, en realidad, algo muy impactante.Siempre hay una luz, aunque sea pequeñita: una lámpara que sequeda encendida, la rendija de la puerta, la luna o las estrellascolándose porlos huecos de la persiana, la iluminaciónintermitente de algún aparato electrónico...
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18Alma no estaba acostumbrada a ella. De hecho, para la mayoríade la gente Alma era, en sí misma, luz. Y no una luz intermitente,como la de los aparatos electrónicos; ni pequeña, como las delas rendijas de las puertas. Alma era más bien como la luz delsol, siempre brillante y cálida. Alma era la luz que se echa demenos en los días nublados, la que te gusta que te hagacosquillas en la cara en primavera.Así que el día que se quedó a oscuras, tampoco entendió porqué ella misma no podía impedir que la oscuridad fuesecompleta. No entendía por qué la luz que todo el mundo decíaque tenía no le salía de las manos, de la boca, del pelo, de lapuntadelosdedosdelospiesodedondehicierafalta,eiluminaba al menos un poco lo que había a su alrededor.Alguien como ella, con el poder de la luz, no podía quedarsecompletamente a oscuras.Pero por mucho que intentó que hubiera luz, aquel día no loconsiguió.
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23Estaba a oscuras, así que no podía verlo, pero lo escuchó.Su respiración era pesada y un poco acelerada, como si hubierapasadomuchotiempocorriendo.Dehecho,encuantoprestóatenciónle pareció escucharpasosmuy rápidos portodosucuarto. Eran pasitos pequeños, casi saltarines, pero de talvelocidad que, cuando Alma miraba hacia un lado intentandoadivinardedóndeprovenían,deprontoyaestabanenlaotrapunta de la habitación: en la alfombra mullida, saltando sobre elcolchón, corriendo por encima de los libros de las estanterías,revolviéndolo todo en el escritorio.Por supuesto, Alma se asustó. Pero no te preocupes, estahistoria no es de miedo, aunque haya sustos, oscuridad ymonstruos. Es otro tipo de historia. Una que va de conocer a losmonstruos, para así poder enfrentarse a ellos.Y eso fue lo que hizo Alma. Decidió conocer al monstruo quesabía que estaba allí, aprovechándose de la negrura, correteandopor todos lados, saltando cerca de ella, metiéndose entre sussábanas.
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24Por eso, con un hilo de voz, preguntó:—¿Hola?
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25La voz debió de alarmar al monstruo, porque si los pasos habíanparecido rápidos, en ese momento se aceleraron todavía más.Alma se hizo pequeña en su cama, envuelta en las mantas, ymiró a todos los lados, intentando, sin éxito, seguir la trayectoriade aquella carrera.—¡Seas quien seas, para, por favor! ¡Me estás poniendo de losnervios!Su voz parecía tan acelerada como su respiración y sus pasos.El hecho de que hubiese respondido dejó todavía másintranquila a Alma. Había alguien ahí, era evidente, le estabahablando. Con precipitación, se puso en pie, decidió que nopodía soportar más tiempo la oscuridad y encendió la luz de suhabitación.Y ahí estaba él. O ella. En realidad, no se sabe si los monstruosson chicos o chicas, o si algunos son chicos y otros son chicas,o si no son nada de eso. Los monstruos son monstruos, y alfinal, eso es lo único que importa. Así que ahí estaba aquel ser. Al verlo, Alma se sorprendió de lo pequeño que era. No medíamás de un palmo, y eso no tenía mucho sentido considerandoque los monstruos más terribles siempre son, según todo elmundo, gigantescos. Tampoco parecía exactamente peligroso.Tenía los ojos grandes, muy saltones, y miraba con inquietud atodos lados.