A mi familia, por estar en las cimas y en los valles,a Josep, por su apoyo incondicional, a Larissa y a Naza, por haberme ayudado a crecer, a Pablo García y a Ainhoa (Rebelarte), por su maravillosa fotografía,a Julia, Tatiana, Sahila, Laia, Ariadna, Elisabet, Paula,Deidre, Alba, Queralt, Sofia, Carol y a Gabi, por hacersuya mi historia. A Mississippi, por sus palabras.A Olga y a Isabel, por ser faros.
Así me llamó cariñosamente mi familia cuando nací. Más de cuatro kilos de bebé gordito. Cómo iba a saber que años después esto mismo me jodería tanto.8
En realidad, muchos bebés nacen gordos; era grande, pero no muy distinta del resto.Nunca perdí mi barriguita de niña pequeña, pero la verdad es que esto me daba igual.A mí solo me preocupaba pintar, que era lo que más me gustaba (y me gusta) en el mundo.11
Bueno, pintar… y comer. Me encantaba (y me encanta) comer. Algunos días incluso «se me olvidaba» que había merendado ya y merendaba dos veces. O tres.Mis lorzas nunca fueron un problema. Hasta que me hicieron ver que estaban ahí y que no debían gustarme.13
Físicamente no encajaba en el esquema que la sociedad ha construido para ser una chica perfecta. Y en cuanto a personalidad… tampoco.«Pareces un chico», me decían, como si mis gustos, mis gestos o mi manera de relacionarme determinasen mi género, menuda gilipollez, ¿no?14
Pero esos comentarios me iban haciendo creer que no era como debía ser. 15
Hablaba mucho y muy alto. Y claro, esto también era un problema. 16
Me despeinaba con una facilidad increíble. Recuerdo un día, a última hora de la tarde, que había jugado, corrido, saltado… Y un profesor me dijo: «Péinate, pareces una bruja».Se rio toda la clase y yo me limité a agachar la cabeza, avergonzada.