PRÓLOGOUNA SITCOM DE CUANDO NO HABÍA TELEAunque la gente de hoy no pueda ni imaginarlo hubo un tiempo en que nohabía televisión. Nada de televisión, ni un solo canal. Yo, que nací en el 53, empecéa verla (en blanco y negro) a mediados de la década de 1960 y, además de mi “Dis-neylandia” del domingo por las tardes (“Desde la tierra de la fantasía…” eran las pala-bras que siempre ansiaba oír), enseguida me aficioné a un género televisivo, la sitcom ocomedia de situación, afición que nunca he abandonado.Yfue por aquel entonces, cuando me fascinaba la serie I love Lucy, protago-nizada por Lucille Ball y Desi Arnaz, que Benejam, de edad avanzada y aquejado dediversas dolencias, dejó de dibujar su popular serie La familia Ulises.Muchos años después, y visto con perspectiva, me parece que aquello fue unrelevo: La familia Ulises había sido la sitcom de nuestra infancia sin televisor. Porque resulta que en los guiones de Joaquim Buïgas, y posteriormente de Car-les Bech, estaban todos los elementos de una comedia familiar clásica de televisión:varias generaciones conviviendo en una misma casa, un retrato sociológico de la época—la familia de clase media y sus esforzados intentos de ascenso social— y situacionesmuy divertidas protagonizadas por todos y cada uno de los personajes.¡Por eso nos gustaba tanto! No olvidemos que los tebeos de los años cuarenta, cincuenta y sesenta tuvieronuna difusión extraordinaria porque no eran únicamente revistas infantiles sino paratodos los públicos. Aunque la canción promocional que oíamos por la radio los niñosde mi generación gritaba: “¡Yo quiero un tebeo, yo quiero un tebeo, y si no me lo com-pras lloro y pataleo…!”, en realidad los padres lo compraban con gusto porque ellostambién lo disfrutaban. Los niños podíamos divertirnos con las ocurrencias y aventu-ras de nuestros personajes preferidos, pero ellos podían, además, comprobar que esospersonajes padecían problemas y angustias similares a los suyos y eso siempre resulta de lo más terapéutico.Relean las historietas que contiene este volumen y verán reflejados en sus per-sonajes los apuros, anhelos y circunstancias de una clase media española (concreta-mente la catalana) en pleno ascenso social después de una durísima posguerra: unUlises servil con sus superiores en el trabajo —¡aquellas empresas paternalistas perotan autoritarias de los cincuenta y sesenta!—, un tipo amable, torpe y dócil en suvida matrimonial; una madre de familia, Sinforosa, siempre pendiente del que dirán,obsesionada con dárselas de gran señora y también con casar a Lolín, su hija en edadde merecer, con un buen partido, aunque fuera feo y de mayor edad; Merceditas yPolicarpito, dos niños a cuál más educado, como dictaban las normas sociales de laépoca, y doña Filomena, la suegra, el gran personaje secundario, el personaje más có-mico, de origen rural, de tan escasa formación que no sabe pronunciar debidamente laspalabras complejas, siempre refugiada en sus hierbas y en el sentido común, siempreadvirtiendo de los peligros de la vida moderna, era la persona que emigró del puebloa la ciudad y que, analfabeta y necesitada de mejorar su vida, representaba a nuestrosabuelos emigrantes.
Fíjense también cómo evoluciona el tono de los guiones, más duro, más atre-vido (y más divertido, claro) en la primera época, cuando la familia llega a comerse superro Kuki, involuntariamente por supuesto (“Liebre a la montañesa”, 1945), y que fueconvirtiéndose, con el paso de los años y las nuevas normativas, en historias de humormás blanco.Pero sobre todo admiren el trabajo de Benejam: esas viñetas repletas con me-dia docena de personajes en acción, todos con sus correspondientes diálogos, todos enmovimiento, todos participando mancomunadamente (a saber cómo diría esta palabradoña Filomena) en la historia. Pasen y disfruten del trabajo de este espléndido artesano de la historieta dehumor que es Benejam, los dibujos que llenaron mi infancia sin televisor. J.L.Martín
PRIMERAAVENTURAAPARECIDAEN TBO 1944
