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Edición en formato digital: noviembre de 2017© 2017, Helen Sotillo y María Murnau© 2017, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 BarcelonaPenguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright. Elcopyrightestimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyrightal no reproducir ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.ISBN: 978-84-9043-917-3Composición digital: Newcomlab S.L.L.www.megustaleer.com
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A mis padres por enseñarme con su ejemplo a responder ante las injusticias. A María, por aprender de ella y con ella.H. S.A mi madre, mi hermana y mi abuela por su apoyo incondicional. A Helen por haber hecho este camino mucho más interesante.M. M.
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Sistema político, económico, religioso y social basado en el privilegio de los hombres sobre las mujeres.
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8Patriarcado es una palabra que suena antigua y académica. Parece un concepto algo complicado, pero en realidad es muy sencillo. El patriarcado es la estructura de la sociedad que coloca a los hombres por encima de las mujeres.Es decir, que todos los puestos importantes (política, instituciones, religión, etc.) desde los que se toman las decisiones sobre cómo debe ser el futuro están ocupados por los hombres. Por tanto, queriéndolo las más de las veces y sin quererlo algunas, las deci-siones se toman en función de sus intereses. Esto siempre ha sido así, el patriarcado es por consiguiente la forma de opresión más antigua. Con el paso de los siglos las sociedades han ido avanzando, también en este tema. Y efectivamente, en algunas partes del mundo, las mujeres y los hombres son iguales ante la ley. Pero ahí está la clave: “ante la ley”.Patriarcado¡ATENCIÓN! Si la usas mucho puede que te cuelguen el cartelito de pedante.
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La legalidadpuede despistar bastante. La puesta en marcha de leyes de igualdad no asegura que no vaya a haber discriminación.Igual que existen leyes que prohíben robos y asesinatos, y no por eso dejan de cometerse. De hecho, y aunque esto pueda dejaros boquiabiertos: ¡hasta existen leyes anticorrupción! Qué locura, ¿eh?No podemos dejarnos engañar por el fantasma de la legalidad. Las leyes por sí solas no pueden cambiar una sociedad, hay que aplicarlas con convicción. Si nos guiamos por ellas podemos caer en el error de creer que la desigualdad ya es historia, y eso no es cierto.Es verdad que podemos mirar a nuestro alrededor y ver que hay mujeres presidentas, que dirigen bancos y que tienen negocios; también están en la universidad, en los hos-pitales, en los juzgados... ¡Incluso en el fútbol y los medios de comunicación! Estos es-pacios se han reservado tradicionalmente a los hombres, ¡y ahora ahí están ellas tam-bién! Mujeres brillantes y preparadas. Siendo optimistas, este panorama tranquiliza un poco. Algo estamos consiguiendo. Nos dejamos llevar por los cantos de sirenas y nos ilusionamos con un patriarcado de-Patriarcado
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10bilitado... De hecho, un montón de gente piensa que vivimos en una sociedad igualita-ria, pero no. Sentimos ser aguafi estas, pero alguien tenía que decirlo.En primer lugar, afirmar que existe la igualdad en toda la sociedad, basándonos en la experiencia y el triunfo de unas pocas mujeres no tiene mucho sentido. Cada una ha teni-do unas circunstancias concretas que no tienen por qué corresponderse con las del resto de la gente. Al fi n y al cabo, la realidad de una sociedad es la de la mayoría. ue existan esas mujeres ocupando esos puestos no signifi ca que su presencia ya esté nor-malizada ni que su voz valga lo mismo que una masculina. Tampoco que su camino hasta la cumbre haya sido igual de fácil que el de un hombre.Patriarcado
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11Como hemos aprendido con la corrupción, las leyes son palabras en un papel, que luego a la hora de la verdad se pueden ignorar.Con las de igualdad pasa lo mismo. ¿Alguna vez has contado cuántos hombres y mujeres hay en los puestos donde se toman de verdad las decisiones importantes? ¿Quiénes deciden nuestro futuro? Aquí te traigo algunos datos para que les eches un vistazo, quizá las cuentas salgan un poco masculinas.PatriarcadoRectores en las universidades públicasMinisterio de EducaciónAltos cargos en los medios de comunicaciónGlobal ReportMinistrosInter-Parlamentary Union and UN Women. Women in Politics, 2015Mujeres IBEX 35INE 2014Magistrados del Tribunal SupremoSección de Estadística del Consejo General del Poder Judicial
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12No es casualidad. Son muchos años así, el género masculino lo domina todo. Son hom-bres elegidos por otros hombres los que ocupan esos puestos. Y cuando tienen que elegir, tienden a escoger a otros hombres. Mientras tanto, las mujeres han ido conquistando derechos mediante una larga lucha que dura hasta nuestros días. Hay que perder el miedo a esta palabra: ¡lucha!Es la que mejor defi ne el camino o, más bien, laberinto de obstáculos que supone conquistar un terreno que sabes que te corresponde. Y qué demonios, ¡la única que hace justicia!, porque no ha sido un paseíto sin más. Estas guerreras han presionado al patriarcado y se ha visto obligado a ceder. Pero las raíces llegan muy lejos, han tenido demasiado tiempo para estar a sus anchas con privilegios a los que no van a renunciar así de primeras. Además tienen muchos aliados, por ejemplo, los medios de comunicación. En lugar de decirle a las mujeres a la cara: “Sois unas lelas incompetentes y este sillón es mío”, que es lo que han hecho siempre, lo hacen de forma sutil. Por ejemplo, diciendo: “No es que no puedan hacerlo, es que no están interesadas”. Patriarcado
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13Queridas mujeres:Vosotras sois dulces, cariñosas y empáticas. Tenéis una facilidad especial para poneros guapas y sonreír. Nosotros, en cambio, somos unos desastres a quienes nos gusta mandar y pelear, pero no somos nada sin vuestros consejos y cuidados. En realidad mandáis vosotras. Si, al final, con vuestras armas de mujer hacéis lo que queréis con nosotros...PatriarcadoMientras los hombres en sus butacas ejercen la máxima resistencia, como un perro agarrando su hueso favorito, mandan mensajes a través de la tele, la publicidad, el cine, la música, etc. Algo más o menos como esto:
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14Para no pillarse los dedos, les otorgan un falso poder llamado “armas de mujer”, que básicamente consiste en convencer mediante la seducción. Primero hipersexualizan el cuerpo de la mujer, convirtiéndolo en un objeto de deseo y construyéndolo a su antojo. Moldeándolo en función de lo que quieren ellos. Después, como mucho, te permiten explotar esa sexualización, de la que también se benefi cian ellos, para conseguir algo. Aun así, absolutamente nada garantiza que la mujer vaya a salirse fi nal-mente con la suya. Esta fi gura se popularizó con las películas de Ho-llywood de los años cuarenta. Era conocida como la femme fatale. Se representaba como una villana que usaba su sexualidad insaciable para embau-car a los pobres hombres que, incapaces de con-trolar sus deseos, podían llegar a hacer cualquier cosa por ellas.Si pudieras escoger entre esa vía y la que tienen ellos, que es pedir directamente lo que quieren, ¿qué elegirías? ¿Quién se conformaría con unaPatriarcado
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15estrategia hipócrita que implica entregar algo a cambio de que te escuchen? ¿No es más justo que todas las personas puedan pedir libremente, en voz alta y clara? Por su-puesto sabemos que la respuesta es sí, lo mires por donde lo mires.Y ahora ¿qué?Pues sí, está el tema complicado. Ahora ¿qué? Ya conocemos lo que es el patriarcado y cómo funciona la sociedad. Hemos descubierto que su estrategia ha cambiado: es más fuerte permaneciendo en la sombra. Antes decían directamente a las mujeres que eran inferiores; ahora, como no pueden hacer eso, adornan el discurso haciéndoles creer todolo contrario. No podemos evitar preguntarnos cómo y cuándo podremos acabar con el patriarcado y con la desigualdad. Primero, tenemos que ser conscientes de que es un proceso lar-guísimo. El enemigo es muy fuerte y, además, tiene a su disposición aliados tan grandescomo las instituciones religiosas y los medios de masas. El paso del tiempo, las pioneras que han logrado llegar y las nuevas tecnologías que consiguen unir a las personas para hacer grandes cosas son nuestras armas. No hay una fórmula mágica, pero hay quien lleva más camino recorrido, así que para empezar podemos mirar hacia los países más igualitarios: los del norte de Europa, con Islandia a la cabeza. Patriarcado
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16Un acontecimiento en Islandia que marcó unantes y un después en la lucha por los derechos de las mujeres: el 24 de octubre de 1975 hubo una huelga de mujeres convo-cada por las Red Stockings (Medias Rojas), un movimiento feminista radical fundado en 1970. Ese viernes el 90%de las mujeres salieron a las calles a manifestarse en vez de ir al tra-bajo, cuidar de los hijos o hacer las tareas de casa. Estaban hartas de que su trabajo se “diera por sentado”. El país se colapsó y los hombres pudieron ver el peso real que las mujeres tenían en la sociedad. Patriarcado