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Astrologitis, ¿astrología para qué?

Mi mapa astrológico

¿Qué es la carta natal?

¿Cómo leo la carta natal?

Planetarium

Zodíaco

Elemental

Los escenarios de la manifestación

Ascendentes: las 12 estrellas a las que quiero ascender

LOS CICLOS QUE NOS MUEVEN EL PISO

Los tránsitos astrológicos: prevenido no es predictivo

Plenilunios, novilunios y qué es eso que brilla de noche

Mercurio retorgardo: orden y caos

Marte: el servidor del Sol

Venus: ser y parecer

Epílogo

Agradecimientos

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Astrologitis,

¿astrología para qué?

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¿Para qué la astrología? Es algo que me pregunto todo el tiempo. Hay tantos discursos científicos que se cansaron de discutir las “creencias astrológicas”, ¡vivimos en el mundo de las certezas de la lógica! ¿Entonces para qué buscar señales en el cielo? ¿Para “conocerme un poco más”? Hay tantos progresos en las terapias psicoanalíticas, los test vocacionales o la psicología cognitiva que pueden describirte completamente. Incluso las neurociencias están dispuestas a catalogarte, y explicarte cómo pensás y cómo sos. Entonces, ¿para qué la astrología? ¿Para saber lo que me depara el futuro? Entre la autoayuda y el New Age, ¡el futuro pasó de moda! Lo que importa es el presente. Además, ¿qué es eso de las predicciones? Las predicciones son cosa del pasado, ¡qué antigüedad!, ¿nocierto? Entonces, ¿para qué la astrología?

Spoiler alert: la astrología no sirve para nada. Pero es justamente esa inutilidad lo que la convierte en la reserva poética más importante de la humanidad. 

Lo que las diferentes civilizaciones trazaron gracias a los surcos del cielo persiste y sobrevive hasta hoy. Cuando el mundo vio el primer manual astrológico en el siglo II, la interpretación del cielo, los colores de los planetas y el movimiento de sus órbitas habían trascendido culturas muy diferentes. La astrología ancestral era arte y ciencia sobre la experiencia humana: relato de su historia, testimonio de su existencia y estudio del ser en el mundo. Metáfora que construye nuevos mundos, su belleza reside en la infinita generación de nuevos sentidos que producen sus símbolos. Es la metáfora como medio de aprendizaje y como transmisión de saber. La metáfora que teje una unión entre las estrellas y los humanos.

Diferentes sociedades dialogaron de diversas formas con las estrellas.

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En algunos casos, la astrología fue el instrumento con el que sobrevivía un imperio. En otros, fue la medicina para curar a un enfermo. En la Antigüedad, el magi babilónico, o el sacerdote del Imperio egipcio, y los astrólogos romanos expertos en matemática realizaban oficios sagrados, como indicar las mejores fechas para la siembra: miraban el cielo y así predecían las crecidas de los ríos o los tiempos de sequía. Los astrólogos se sentaban junto al trono del rey o el emperador, y aconsejaban, guiaban o profetizaban el destino de pueblos y naciones enteras. Más tarde, en la Edad Media, médicos y alquimistas utilizaron el saber astrológico para el desarrollo de la química o para diagnosticar las dolencias de sus pacientes. No había rayos X, pero había astrología.

Esos tiempos en los que la lectura de los astros era un oficio sagrado quedaron atrás.

Magia negra. Herejía. Mito. Mentira. Pseudociencia. En 1631 la Santa Inquisición declaró prohibida la práctica astrológica y en poco tiempo estuvo prohibida en todas las universidades de Europa continental. Hace siglos que la astrología es desacreditada incansablemente, ya que está reñida con el programa moderno de la ciencia. Volvemos una y otra vez a estos malentendidos. En las voces de los detractores contemporáneos suena el eco de aquella batalla que ganó el dogma de la ciencia moderna, es por eso que las comunidades científicas se creen con el derecho de llamarla pseudociencia y justifican así sus violentos ataques contra este arte.

La astrología pasó a ser un saber clandestino, y durante siglos fue cultivada por sectas o pequeños círculos de iniciados, fuera de la cosa pública, fuera de la plaza del pueblo, de espaldas a la sociedad.

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Durante la Revolución industrial, ganó la fama de ser un saber esotérico, de brujas con gato negro y de sectarios en torno a un pentagrama en un círculo de velas.

Pero cuando la echaron por la puerta, la astrología volvió por la ventana. En el boom de la comunicación masiva, a principios del siglo XX, hizo su regreso en forma de horóscopos de revistas y programas de radio. Nuevamente sufrió los embates de sus detractores, y fue frivolizada y minimizada hasta ser convertida en un pasatiempo, una superstición sin ningún sentido o propósito. Pero nunca abandonó los suplementos de los domingos y la parte de atrás del diario. Nunca.

Ahora estamos en un momento de hiperastrologización. En las pantallas de todos los dispositivos llueven los memes astrológicos, y hay astrólogos y astrólogas para tirar al techo. Los habrá más solemnes o más amigables, algunos serán más exactos, otras te hablarán de la Gran Conciencia Universal del Ser, pero lo cierto es que la astrología “volvió” con todo a invadir los feeds de redes sociales.

Tal vez una de las cosas más importantes que está haciendo la astrología hoy es retomar su presencia en el “calendario”, en el día a día, como un ritmo que nos guía: “Estamos bajo la temporada de Tauro”, “El mes que viene hay un eclipse”, “En 15 minutos empieza Júpiter en Sagitario”. Gracias a los consejos y las advertencias de nuestros astrólogos recuperamos esa capacidad de orientación cotidiana que tienen las estrellas con nosotros. Y así como nuestras abuelas se cortaban el pelo con Luna creciente, de pronto nos encontramos estrenando cosas importantes en Luna llena, descansando el cuerpo y la mente en Luna nueva, y decidimos que nunca, nunca, nunca vamos a contestarle a nuestro ex cuando nos escriba bajo Mercurio retrógrado.

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El problema que veo es que estas “astro-reglas”, y otras creencias y supersticiones, se cuelan en los discursos astrológicos, y de pronto terminás recibiendo consejos de belleza, nutrición o hasta frases motivadoras de autoayuda disfrazadas con el lenguaje de los signos. ¿Por qué se trafican estos discursos en la astrología? Sin subestimar a los que escuchan, creo que estamos padeciendo de una astrologitis aguda.

¿En serio estamos prejuzgando a la gente solo porque sabemos que es de Escorpio? ¿Tanto poder vamos a entregarle a lo que dice una cuenta de Instagram? ¿Por qué los astrólogos y las astrólogas explican en vez de proponer preguntas para que la explicación la encuentres vos? En la sobreabundancia de explicaciones desfilamos por el borde del risco de repetir sin cuestionar, o peor, de quedar desposeídos de nuestra capacidad de elaborar respuestas por nuestra cuenta.

La cantidad de interpretaciones infinitas sobre los tránsitos astrológicos nos trajo hasta aquí. La astrología es el que astrologuea. La astrología es el astrólogo. Y en una sociedad que rinde culto a las celebridades, en la era de los personalismos, puede pasar que la astróloga te diga que te habla de astrología pero en realidad te esté vendiendo otros discursos, otras disciplinas, otras cosas metidas en el paquete. Los filtros de Instagram permean las cuentas de Tarot, de yoga y también las cuentas de astrología; una especie de marketing astrocool que en todo mete un PNT de bonus track. Ya que sos de Capricornio, te ofrezco esta vela de siete colores para que se cumplan todos tus deseos. Sí, claro. 

En este mundo contemporáneo, a un mismo símbolo le extraemos miles de interpretaciones, y si sumamos que hay una interpretación por cada intérprete, nuestro cerebro se convierte en un caleidoscopio de confusión que puede generar un cortocircuito. 

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Segundo spoiler alert: no todo lo que está dando vueltas por ahí es tan importante.

Cuando la astrología es un arnés de “debés”, “tenés que”, “hay que”, se convierte en otra forma de captura. Y la poesía, las analogías y el saber de los arquetipos se transforman en una soga que te ata, te encasilla, te encorseta. Se trata de una astrología capitalista que nos dice que tenemos que “aprovechar los planetas” o “trabajar nuestro signo”. ¿Tengo que hacer horas extra zodiacales? Vivimos en una especie de capitalismo espiritual que habla con el lenguaje de un jefe de oficina. Una cosa es cultivar una virtud o hacernos conscientes de una limitación, y otra muy diferente es pretender que la astrología dicte el deber ser de nuestra vida. Ofrecer esto es explotar el discurso astrológico. La oferta está creando una demanda que es puro humo, espejos y un gran malentendido.

¿Dónde estamos parados, entonces? Estamos definitivamente en arenas movedizas, esquivando y atajando la confusión, entre la neurosis y el narcisismo, entre lo que puedo y lo que soy, pero absolutamente desposeídos. Expropiados de nuestra capacidad de producir. La astrología vino a “explicar las cosas” y nosotros a consumir sus explicaciones. A esa astrologitis quiero meterle un ibuprofeno intravenoso, sacártela del sistema y cambiar las reglas del juego.

Depende de vos empezar a apropiarte de tu carta natal, producir nuevos significados, ir a la tradición pero volver de ahí a tu manera, y empezar a elaborar la interpretación por tu cuenta. Las conclusiones que vos saques, el estudio de campo que hagas y las asociaciones libres que descubras valen más que mil horas de scrollear el Instagram de cualquier astrólogo de internet.

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Hay que sacarle punta a ese lápiz, abrirse paso entre el ruido y la prisa, y tomarse un tiempo para zambullirse de cabeza en el Zodíaco. Únicamente elaborando por tu cuenta la manufactura astrológica es que los planetas van a contestarte cuando les hagas preguntas.

Por supuesto que vas a encontrar interlocutores, en todas partes, en personas, en libros, en internet y en tu propia historia, pero más que nunca es hora de abordar el asunto como un camino de ida. La astrología tiene una sabiduría ancestral. El diálogo con el cosmos acompaña a la humanidad desde sus inicios, no cortemos esa conversación. 

La astrología no viene a hacer nada. Sos vos quien hace cosas con la astrología. La astrología ya estaba acá, siempre estuvo. Ahora te toca a vos ir a buscarla.

¿Cómo leer este libro?

Te recomiendo que acompañes la lectura de esta guía con una libreta, un lápiz, lápices de colores y tu carta natal. Hacer notas, gráficos y dibujos va a ayudar a que te apropies de estos códigos, te acostumbres a ellos y los abordes de forma personal.

Los capítulos de este libro llevan adelante un viaje energético por las figuras más relevantes de la astrología. Capítulo a capítulo, recopilé imágenes, simbolismos o figuras tradicionales de la astrología para traerte, desde mi experiencia como astrólogo, una mirada actual y contemporánea sobre el asunto astrológico, para abrir nuevos sentidos o verificar lo que creemos que sabemos sobre los signos. 

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La totalidad de la experiencia humana es inmensa. Por eso es posible que encuentres un poco más que descripciones particulares, y que lo que aquí no hace eco, haga eco en otros o en otras, o en distintos momentos de la vida. Por eso es importante también compartir la lectura de este libro: conversarlo, verificarlo y hacer tu propio trabajo de campo sobre cómo vivenciás y cómo otros vivencian las expresiones del Zodíaco en sus vidas.

Espero que este libro te sirva para conocer la astrología de una manera personal y productiva. Nuestra carta natal es como un mapa del tesoro de nuestros talentos, así como también de los desafíos que debemos afrontar. Y de ese diálogo constante que tienen las estrellas con nosotros.

Empecemos por el principio...

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Mi mapa

astrológico

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¿Qué es la

carta natal?

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Las personas nacemos en algún lugar del mundo, a cierta hora y en cierto día del año. A partir de estos datos (la hora, el día, el lugar), la astrología fundamenta la descripción de la personalidad y del espíritu de las personas. En la astrología moderna, a esto lo conocemos como astrología de carácter. El “¿cómo sos?” se desprende del “¿cómo estaban alineados los planetas cuando naciste?” y “¿cuál era la estrella que se encontraba más alto en el horizonte cuando saliste al mundo?”. Estas preguntas pueden comenzar a ser respondidas con un mapa astrológico. A esta cartografía simbólica la llamamos carta astral o carta natal, es decir, mapa de nacimiento.

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¿Cómo armo mi carta natal?

Para obtener una carta astral vamos a usar nuestras coordenadas completas de nacimiento (fecha, hora exacta, lugar) y un software astrológico.

Mi programa astrológico favorito está en un sitio de España que se llama grupovenus.com. Algunos amigos que saben inglés usan cafeastrology.com, que es el que está de moda en los Estados Unidos. Aquellos a los que les gustan los cálculos un poco más complejos y en profundidad pueden entrar a un increíble sitio de la Argentina que se llama astropampa.com. 

En unos pocos pasos voy a explicarte cómo conseguir el gráfico de tu carta natal:

La página que te recomiendo, grupovenus.com, ofrece muchos servicios gratuitos y un montón de utilidades más, es superprofesional y amigable (no es canje, amiga).

Una vez que ingreses, vas a registrar la primera carta. Te va a solicitar un nombre, la fecha completa, la hora exacta y el lugar de nacimiento. Si hubiera ciudades con nombres similares o alguna confusión, la página te ayuda a corregir esto.

Ahora te encontrás en la sección principal. Donde dice “Personas” se abre un menú desplegable que selecciona qué datos vas a analizar. Si cargás datos de otras personas, en la función “Añadir personas”, el menú desplegable va a tenerlos enlistados allí. Asegurate de dejar seleccionado en “Personas” los datos de quien necesites analizar.

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El primer paso es ver nuestro gráfico, entonces vas a buscar en la lista de servicios la categoría “Dibujos”, y de esa lista clickeá en “Dibujo de su carta natal”. ¡Listo!

WTF, ¿y ahora?

No te desesperes, vamos despacio. Tenés tu carta natal, esto recién empieza. 

Es hora de descomponer gráfico a gráfico toda la información que contiene este mapa. Es recomendable comenzar esta interpretación gráfica con tu carta natal a mano, y usar esta guía para llevar adelante el análisis. En muy poco tiempo vas a poder distinguir parte a parte, estrella por estrella y analizar cada aspecto del conjunto.

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Lo que tenés enfrente es el Zodíaco, compartimentado en 12 partes. Cada una de ellas está codificada con un ícono, y cada compartimento tiene 30 pequeñas marquitas diminutas: cada marca es un grado matemático y las 12 partes suman 360º grados (un círculo perfecto).

Las 30 marquitas indican en cada compartimento el grado 0 (inicio) y el grado 29 (final) de un “signo”, y ese signo está designado por el glifo que nombra el compartimento.

29º

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ARIES

TAURO

GÉMINIS

CÁNCER

LEO

VIRGO

LIBRA

ESCORPIO

SAGITARIO

CAPRICORNIO

ACUARIO

PISCIS

Los 12 signos

Los 12 íconos “nombran” a cada compartimento que corta el círculo como una pizza, estos son los 12 signos del Zodíaco. Poco a poco vas a ir familiarizándote con ellos, con su orden y sus interacciones. A estos íconos que nombran los signos los vamos a llamar glifos.

Los glifos de los signos, siempre en el mismo orden, van de Aries a Piscis, y los vas a encontrar designando las 12 partes de la rueda zodiacal.  

(Para ver qué significan y cómo son

podés ir a ZODÍACO).

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SOL

LUNA

MERCURIO

VENUS

MARTE

JÚPITER

SATURNO

URANO

NEPTUNO

PLUTÓN

Los planetas

Adentro de la rueda hay 10 glifos más, usualmente codificados con colores. Algunos seguramente te resulten familiares, otros son visualmente muy intuitivos. Estos 10 glifos van a indicar la posición en la que se encontraba cada planeta el día de tu nacimiento. 

Los planetas van de Mercurio a Plutón, y a ellos les sumamos ambas luminarias (del latín luminare, que significa literalmente ‘cuerpo celeste que brilla’): el Sol y la Luna.

(Para ver cómo trabajan y que significan,

podés ir a PLANETARIUM).