NOTAS DE ORIENTACIÓN PARA LOS ADULTOS

La llegada de un nuevo hijo significa un cambio enorme. Mientras se cuida del nuevo integrante, hay que continuar ocupándose de atender las necesidades de los demás, que todavía suelen ser chiquitos al nacer el bebé.

El menor, o el hijo único, es el que va a dar más trabajo, porque es el que se va a sentir desplazado por el nacimiento.

Los papás (también los abuelos, los tíos y los padrinos) se tornan indispensables en esta etapa: no alcanzan las manos de mamá para atender al bebé y a sus hermanos. Serán los días del posparto, estará cansada, mal dormida, con poco resto de energía salvo para atender y alimentar al bebé. Mientras tanto, los otros chicos están por ahí aburridos y pidiendo atención. Todos tienen que acomodarse a la nueva situación y eso lleva tiempo.

Ante los inevitables celos, berrinches y enojos de nuestro hijo, debemos procurar comprender lo que siente. Poner en palabras y delimitar su conducta: vale sentir celos, pero no tirar al bebé al piso, exigir que mamá traiga “¡ya!” la leche chocolatada, etc. Va a tener que esperar un ratito, puede estar enojado con mamá, pero no puede hablarle así.

Debemos poner en palabras lo que nos parece que le está pasando, no como verdades sino como hipótesis: “Me parece que te molesta…”, comentarios: “Es que es una fiaca tener que esperar, ¡cómo cuesta!”,

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o preguntas: “¿No estarás enojado en realidad porque mamá no puede…?”. Hay que tratar de no usar las palabras “comprendo” o “entiendo” porque a los chiquitos no les sirven, los enoja más.

Cuanto más grande es el niño, más y mejores recursos posee para expresar lo que le pasa. Por este motivo, puede parecer que el nacimiento le afecta más al de cuatro años que al de dos. La realidad es que los más chiquitos necesitan mucho más de la presencia y la ayuda de su mamá, lo pasan peor cuando ella no puede hacer las mismas cosas que antes.

Los menores de tres años no pueden procesar lo que pasa jugando, hablando, preguntando, salvo que los ayudemos. Aunque las protestas y reclamos de un chico de cuatro años (o mayor) sean ruidosas, no suelen ser realmente graves. Esas quejas son el camino para estar mejor. En cambio, el chiquito de un año y medio que parece no haber reaccionado a la llegada de su hermanito, probablemente esté sufriendo y no encuentre la forma de expresarlo.

LAS TEMPORADAS MÁS DIFÍCILES

• El último mes del embarazo es complicado: la mamá está más incómoda, duerme mal, le cuesta alzarlo y se preparan muchos cambios en la casa.

• El primer mes desde el nacimiento tampoco es fácil. De todos modos,